EDITORIALA

Cerrar las nucleares es la única alternativa viable

Hace unos días las autoridades francesas informaron de una fuga de tritio radioactivo en la central nuclear de Tricastin que ocurrió a principios de diciembre. La fuga alcanzó un pozo subterráneo de agua y, según los expertos, la radioactividad se mantendrá en el agua durante meses. Como suele ser habitual en estos casos, la empresa propietaria de la central, EDF, ha tardado más de quinces días en informar del accidente, para a continuación intentar restar importancia al vertido. Así, aseguró que los niveles de radioactividad habían bajado rápidamente en el agua, aunque superaban alrededor de 10.000 veces la presencia normal de tritio en el agua. Aseguró, asimismo, que no había riesgo para la salud, al estar el vertido controlado en una zona aislada con hormigón. Y por último, calificó de cero la gravedad del accidente.

La empresa ha tardado en proporcionar información sobre el accidente que, además, ha venido convenientemente acompañada de una buena dosis de valoraciones que aseguran que no hay peligro alguno. Sin embargo, esa misma central tuvo una fuga similar hace dos años y estaba incluida en la lista de centrales nucleares que Emmanuel Macron se comprometió a cerrar para el año 2035. No obstante, poco se ha avanzado y en noviembre Macron apuntó incluso la posibilidad de construir para 2030 cinco o seis centrales nuevas, más pequeñas, como parte del plan francés para la reactivación económica.

Lo cierto es que este accidente llega en un mal momento para el lobby nuclear, que trata desesperadamente de aprovechar la carestía de la energía para mantener en servicio sus centrales y reforzar como opción viable la alternativa nuclear. Sin embargo, los numerosos y graves accidentes nucleares ocurridos a lo largo de la historia han dejado claro que la fisión nuclear es una opción cara y muy peligrosa para la sociedad. El desmantelamiento de las centrales nucleares es la única alternativa viable.