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Bruselas propone considerar el gas y la nuclear como energías «verdes»

La Comisión Europea ha propuesto considerar «sostenibles» y parte de la lucha contra el cambio climático las inversiones en centrales nucleares y de gas. Bruselas prevé etiquetar como «verdes» las nucleares que reciban el permiso de construcción antes de 2045. Alemania y Austria se oponen a este plan.


Bruselas prevé extender la etiqueta de «verde» a centrales nucleares y de gas, una propuesta largamente esperada por las empresas propietarias, que incluye estas instalaciones dentro de la categoría de «sostenible» y como elementos de lucha contra el cambio climático.

El texto propuesto, debatido durante meses y aún provisional, fue enviado a los Estados miembros el 31 de diciembre, poco antes de la medianoche.

El documento establece los criterios para calificar como «sostenibles» las inversiones en centrales nucleares o de gas para la producción de electricidad, con el objetivo de que las inversiones privadas en estas actividades puedan acogerse a las ventajas como útiles para la reducción de gases de efecto invernadero.

Formar parte de esta clasificación permite una reducción de los costes de financiación, lo que es fundamental para los proyectos en cuestión y los Estados que deseen apoyarlos. Pero no todos están de acuerdo. Alemania, Austria o Luxemburgo se oponen, frente al entusiasmo atómico del Estado francés.

Berlín se han planteado el cierre de las centrales nucleares para 2022, y con el fin de año ha apagado tres de sus instalaciones. Sin embargo, Alemania sí es favorable a que las inversiones en gas natural reciban la etiqueta «verde».

En cambio, el Estado francés, que quiere relanzar su industria nuclear, y países de Europa central, como Polonia o la República Checa, presionan para que la Comisión dé su bendición «verde» a la energía nuclear y de gas.

Los ecologistas se oponen al reconocimiento como «verdes» de las centrales de gas (que emiten CO2) y de la energía nuclear, por la producción de residuos radiactivos peligrosos durante largos períodos de tiempo, y por su emisión de CO2 en su ciclo completo, desde la minería del uranio, el enriquecimiento o la construcción de las centrales a su mantenimiento y desmantelamiento.

Pero tanto los pro-gas como los pro-nucleares defienden este greenwashing sosteniendo que las energías renovables (eólica, solar, etc.) por sí solas no cubrirán las necesidades de electricidad de los actuales ritmos de consumo y crecimiento económico.

Hasta 2045

La propuesta de Bruselas establece un límite de tiempo para recibir esta etiqueta «sostenible». Para la construcción de nuevas centrales atómicas, los proyectos deben haber obtenido el permiso de construcción antes de 2045. En cuanto a las obras que permitan extender la vida útil de las centrales existentes, deben haber sido autorizadas antes de 2040.

También se requieren garantías en términos de tratamiento de residuos y desmantelamiento de instalaciones nucleares al final de su vida útil.

En cuanto al gas, calificado como «fuente de energía de transición», las inversiones serán reconocidas como «sostenibles» para las centrales que emitan menos de 100 g de CO2 por kWh, un umbral inalcanzable con la tecnología actual según los expertos.

Sin embargo, está previsto un período de transición: las centrales que obtengan su permiso de construcción antes del 31 de diciembre de 2030 verán elevado este umbral a 270 g de CO2 por kWh a condición de sustituir infraestructuras existentes mucho más contaminantes, entre otros requisitos.