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AZKEN PUNTUA

Si tiene hambre, que coma pan


No sé si era que no podía pagarlas, o que no tenía ganas de hacerlo; si era por necesidad o por capricho; si fue a buscarlas o se le cayeron al bolsillo. No sé y tampoco me importa, pero el vídeo de al menos una docena de personas en la puerta de un supermercado, reduciendo y reteniendo contra el suelo a un joven que se llevaba unas gambas sin pasar por caja, me ha dejado en el estómago un nudo de vergüenza, lástima y algo más, que debe ser asco. El video, y, claro, los comentarios que lo acompañan en su circular por las redes. «Si tiene hambre, que robe pan». Por supuesto; si tiene hambre, no tiene derecho a comer lo que sea, tiene un poco de derecho a comer pan.

No sé si era el caso, y, repito, ni me importa, salvo por el hecho de que la única violencia que se utilizó fue contra el joven; luego, de robo, nada. Pero nos ha dejado una fotografía preciosa en la que el espíritu navideño no consigue empañar otros espíritus, más presentes de lo que nos gustaría y de los que tanto renegamos.

El policial, que brilla con luz propia, pero también el de la superioridad moral que nos arrogamos para dictar al que tiene menos de lo que nosotros tenemos, lo que le corresponde o no le corresponde tener. Pero, quién sabe, a lo mejor en este nuevo año conseguimos ajustarnos un poquito en espíritus y en humanidad.