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EDITORIALA

La pandemia destapa las miserias de las élites


La nueva ola de la pandemia está superando con diferencia los anteriores registros de infectados. Si hasta ahora colapsaban los hospitales, esta vez, y gracias a la vacunación, no se ha llegado a ese extremo, aunque es probable que vuelvan las estrecheces, simplemente por el gran número de personas enfermas. Ahora es el sistema de Atención Primaria el que se encuentra totalmente desbordado, hasta tal punto que las autoridades sanitarias han optado por cambiar los protocolos e instar a la ciudadanía al autocuidado, desdiciéndose de los mensajes dirigidos a evitar la automedicación y acudir al médico. El desbarajuste es de tal magnitud que los sindicatos han convocado movilizaciones.

Un desastre que tiene mucho que ver con decisiones políticas en las que han primado las consideraciones económicas –volver a la actividad económica «normal»– sobre las sanitarias –la pandemia no se ha terminado– y los intereses privados –la medicina privada– sobre el bien común –la sanidad pública–. Y así, tras dos años de pandemia, las autoridades siguen careciendo de medios para hacer frente a la expansión del virus. Para salir del paso han echado mano de medidas que muchas veces carecen de base científica que las avale y que, además, a menudo no tienen sentido, lo que no hace sino irritar todavía más a la ciudadanía. En este contexto, lo único que les queda es apelar a la responsabilidad de la gente, aunque no son precisamente los responsables políticos los que actúan responsablemente. Incluso tratan de aprovechar el malestar para sus propios fines electorales, como hizo el presidente francés, Emmanuel Macron, provocando a las personas no vacunadas. Tampoco faltan actitudes irresponsables en otros ámbitos, como la protagonizada por Novak Djokovic en Australia.

La pandemia no deja de ofrecer nuevas perspectivas de los déficits que atesora esta sociedad corrompida por la búsqueda del beneficio particular, pero especialmente de las miserias que corroen a sus élites.