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La Asamblea Nacional francesa da su visto bueno al pase vacunal

A la tercera sí pudo ser. Tras dos días de debates encendidos y suspensiones de sesiones finalmente la Asamblea Nacional francesa dio ayer su visto bueno a la reconversión del pase sanitario en pasaporte vacunal.

El texto salió adelante por 214 votos a favor, 93 en contra y 27 abstenciones. La propuesta de ley contó con el voto favorable de los diputados macronistas y de una parte de los parlamentarios de Les Républicains y del Partido Socialista. Votaron en contra fundamentalmente los diputados de La France Insoumise (FI), los comunistas y los electos del ultraderechista Rassemblement National (RN).

El proyecto pasará al Senado antes de su regreso a la Cámara Baja para una adopción definitiva, pero es poco probable que sea promulgado para el 15 de enero, cuando el Gobierno preveía ya su aplicación.

Con todo, el Ejecutivo mantiene su propósito de que el documento, que sustituirá en la mayoría de los usos al pase sanitario, esté vigente en la segunda quincena de mes.

Será imperativo demostrar que se ha completado la pauta vacunal para entrar en bares, restaurantes, acudir a salones o ferias, o acceder a museos, gimnasios, teatros, cines o bibliotecas. Las personas no vacunadas –unos cinco millones en el Estado francés– no podrán recurrir, como hasta ahora, a la presentación de una prueba PCR negativa.

Habrá una excepción para la franja de los 12-16 años en el caso de las actividades extraescolares, en las que no se les requeriría el pase vacunal.

El lunes, durante el primer debate sobre la reforma de la ley sanitaria, los diputados de la oposición aprovecharon el absentismo de los diputados macronistas para suspender el voto y evitar que el debate se prolongara durante la noche.

El martes a última hora, las declaraciones del presidente, Emmanuel Macron, en las que aseguraba querer «fastidiar» a los no vacunados despertó la cólera de numerosos diputados, lo que llevó también a suspender la sesión.

El miércoles, el primer ministro, Jean Castex, tuvo que intervenir en la apertura del debate vespertino para tratar de calmar los ánimos y reconducir la situación. Insistió, aunque con palabras menos gruesas, en que «los no vacunados plantean un problema».