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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Escuelas cerradas para protestar contra el nuevo protocolo sanitario


Un gran número de centros escolares permanecieron cerrados ayer, tal y como lo apuntaban las previsiones, para denunciar las condiciones del nuevo protocolo sanitario establecido por el Gobierno francés. Los datos ofrecidos por los sindicatos y las instancias oficiales sobre el seguimiento de la huelga difierieron mucho. El seguimiento de la huelga fue especialmente importante en Ipar Euskal Herria, en donde la tasa de incidencia superó ayer la barrera de 3.000. Una manifestación reunió a alrededor de 1.000 personas en las calles de Baiona.

Todos los sindicatos de Educación hicieron un llamamiento conjunto a la huelga. Según la central mayoritaria en Primaria, SNUipp-FSU el seguimiento fue del 75%, mientras el Rectorado de Burdeos informaba de que la respuesta en la región de Nueva Aquitania fue del 38,5%. En Secundaria, los datos variaron entre el 62% sindical y el 24,08% el oficial. El sindicato también dio a conocer que la participación de los asistentes escolares y ayudantes ascendió al 80%.

El gran número de escuelas cerradas fue uno de los indicadores más importantes. También fue llamativo que además del personal docente de los centros públicos y de las ikastolas, se sumara a la huelga el de las escuelas privadas católicas, algo extraordinario. Una de las razones que esgrimieron para su participación fue que se trataba de un movimiento que nació desde la base, desde el profesorado, y no desde las organizaciones sindicales.

La protesta prevista ante la Subprefectura de Baiona se convirtió en una manifestación que se acercó a la sede de la Inspección Académica y al Ayuntamiento, para acabar en el punto de inicio. Congregó a alrededor de un millar de personas y, una vez finalizada, representantes de distintos sindicatos fueron recibidos en la Subprefectura.

Un dato incontestable fue la diversidad de participantes en la movilización, ya que junto a los profesores esta vez también estuvieron presentes directores, responsables de centros de enseñanza e incluso inspectores de la Inspección Académica. Además, se sumaron algunas madres y padres e, incluso, unos pocos alumnos.

Fue llamativa también la presencia de profesores jubilados que se hicieron oír para denunciar que han sido llamados a ocupar puestos del personal docente que se encuentra de baja debido al covid-19, mientras siguen faltando profesores en las aulas.

Entre las pancartas de la marcha se vieron mensajes de todo tipo, desde los que denunciaban que los últimos protocolos sanitarios están siendo conocidos por el personal docente a través de los medios de comunicación. Una crítica muy recurrente en todos los ámbitos.

El sindicato UNSA declaró que: «el éxito de esta manifestación es un mensaje claro al Gobierno: la negación de la realidad de lo que ocurre en las aulas debe finalizar y se deben de anticipar las necesidades».

Debido al gran número de centros que clausuraron ayer sus puertas, varios ayuntamientos establecieron servicios mínimos para acoger a los alumnos de las escuelas cerradas. En Baiona, por ejemplo, se había anunciado que 12 de los 25 centros de la ciudad estarían cerrados, por lo que el Consistorio estableció un servicio para los alumnos que no tenían la posibilidad de quedarse en casa. Donibane Lohizune, Angelu, Bidarte y Ziburu también pusieron en marcha un servicio en el mismo sentido.

Parte del profesorado de los centros que estuvieron abiertos se sumó también a la huelga, por lo que se tuvieron que organizar horarios alternativos para los estudiantes.

Las cifras sobre el seguimiento también diferían mucho a nivel Estatal. SNUipp-FSU cifró el seguimiento en Primaria en un 75%, pero el Ministerio de Educación lo rebajó al 38,5%. En Secundaria, Snes-FSU informó de que la respuesta fue del 62% frente al 23,73% del Ministerio. Pero al igual que en Euskal Herria, el gran número de centros escolares cerrados fue uno de los grandes datos. En París, por ejemplo, 200 escuelas no abrieron sus puertas.

Según los datos aportados por el Ministerio de Interior, en las manifestaciones celebradas en el Estado habrían participado 77.500 personas. En Baiona, la Gendarmería informó que había habido 900 personas, 1.200 los sindicatos, y recuentos independientes establecieron la cifra en alrededor de 1.000.

Reunión con Castex

Los representantes de los principales sindicatos se reunieron con el primer ministro, Jean Castex, y con el Ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, contra el que se escucharon muchas peticiones de dimisión durante todo el día, tanto por parte de los manifestantes como de los representantes políticos. En la manifestación de Baiona, se repartieron folletos con las «perlas» de las declaraciones del titular de Educación.

En este contexto electoral, el interés del Gobierno y del resto de los candidatos a las presidenciales que tendrán lugar en abril, se centra en la batalla de la comunicación, y el de ayer fue un día importante para ello. Hubo quien participó en las protestas junto al personal docente, como fue el caso de los candidatos de izquierda Anne Hidalgo, Yannick Jadot, Jean-Luc Melenchon, Fabien Roussel y Christiane Taubira.

La vuelta a las aulas tras las vacaciones de fin de año ha sido todo menos tranquila en Ipar Euskal Herria. Blanquer optó por esperar a la víspera del arranque de las clases, el lunes 3 de enero, para anunciar el protocolo sanitario ideado para hacer frente al aumento exponencial de casos de covid-19 y, al tiempo, cumplir con el objetivo principal de mantener las escuelas abiertas.

Las clases se reanudaron con un 5% del profesorado de baja y entre el 10% y alrededor del 15% del alumnado en casa, según niveles y centros.

Se acabó la regla que ha marcado anteriores etapas de la pandemia, y que llevaba al cierre de clases tras aparecer un caso positivo. Ahora se optaba por establecer un sistema de triple testado (1 prueba de farmacia + dos autotest), con el objetivo de permitir a los contactos seguir acudiendo a las aulas.

El atasco en las farmacias y laboratorios se convirtió en la gota que colmó la paciencia de las familias y, por descontado, de los enseñantes. Ante el colapso, Castex salió a socorrer a Blanquer exponiendo en prime time televisivo su idea de «agilizar» un protocolo que no duró ni una semana.

Se caía la prueba en farmacia y se proponía a las familias hacer tres test en días alternos a los chavales para tratar de obtener el ansiado negativo con el que mantener la rutina escolar.

El anuncio no ha calmado a las centrales sindicales y FSU 64, SE-UNSA 64, FNEC-FP-FO 64, SNUipp-FSU y LAB secundaron la protesta, que contaba también con el apoyo de las principales asociaciones de padres. De hecho las «Apas» llamaron expresamente a las familias a que no llevasen a sus hijos a los centros escolares.

Aun compartiendo el objetivo de que los colegios sigan abiertos, los sindicatos estiman que ello implica habilitar los medios necesarios para que la actividad docente pueda desarrollarse en condiciones asumibles por los distintos actores de la comunidad educativa.

En la segunda semana desde el arranque de las clases, ni los test ni las mascarillas ni menos aún los medidores de CO2 prometidos han llegado a las escuelas. De ahí que los sindicatos expliquen en su llamada a la movilización que «la de hoy es una huelga que obedece a un malestar generalizado».

Esperan que se pongan en marcha medidas a la altura del reto que plantea mantener las clases presenciales cuando la tasa de incidencia por covid-19 se situó entre el 2 y el 8 de enero en 2.852,7 en el departamento que incluye a Ipar Euskal Herria, y ayer sobrepasó los 3.000.