Jon ORMAZABAL
SUPERCOPA

Nico Williams agita el avispero de la ilusión rojiblanca

El Athletic, con dos goles en sendos corners, remonta en cuatro minutos el desafortunado de Joao Felix y jugará la final ante el Madrid.

ATLETICO DE MADRID 1

ATHLETIC CLUB 2


El Athletic tendrá la oportunidad de defender ante el Real Madrid en Arabia Saudí el título que el año pasado obtuvo en Sevilla. Los de Marcelino superaron su octava semifinal consecutiva –desde la Copa ante el Betis de 2005– pero sobre todo cuenta ya con un jugador como Nico Williams al que encomendarse en partidos como el de ayer, que se le atascaban irremediablemente en un pasado nada lejano. El pequeño de los Williams no solo tiene la electricidad necesaria para meter el desfibrilador al Athletic en momentos de zozobra, sino que está mostrando una lucidez de cara al marco contrario que es un auténtico tesoro en un fútbol como el actual, qué decir en un Athletic como el actual.

Con su chispa y su desparpajo, Nico Williams es el rostro de una remontada eléctrica de un Athletic que necesitó verse por detrás en el marcador para sacar provecho de las miserias futbolísticas de un Atlético de Madrid que este año está recibiendo de su propia medicina, no ya solo encajando goles, sino recibiendo remates en todos y cada uno de las jugadas de estrategia que concede.

Es cierto que fue un corner el que permitió a Joao Félix, uno de los más pequeños sobre el césped, ayudado por el palo y Unai Simón, el que permitió a un Atlético de Madrid de lo más plano adelantarse en el marcador, pero la forma en la que el equipo del Cholo se está desangrando en este tipo de jugadas –Iñigo Martínez obligó a lucirse a Oblak en otro remate aéreo– puede quitar al técnico mejor pagado del mundo mucho de lo que le ha dado.

Y es que estas debilidades en los balones aéreos no son sino el reflejo de un equipo que ya no confía en su identidad. Además de los dos goles y la sensación de peligro que el Athletic daba en cada corner, el equipo madrileño se cayó estrepitosamente justo cuando lo tenía donde quería. Inimaginable hace poco.

Acicate inesperado

Porque el Atlético de Madrid solo se sintió cómodo en esa primera hora larga de partido en la que no se jugó a nada. Sin nueves específicos sobre el terreno de juego y habiéndose dejado todo el dinamismo y verticalidad en Europa, la primera parte resultó completamente plana por ambos equipos, si bien el partido tuvo un comienzo animado, sobre todo por los dos penaltis que se pidieron, uno en cada área, sin que Cuadra Fernández viera nada punible.

Una combinación de Sancet e Iñaki Williams, que no acertó dentro del área ante Oblak, fue el escaso bagaje de ambos equipos en una primera parte que, por espectáculo, difícilmente podrá abrir mercados más allá del merchandising, por mucho que la vida de los adinerados saudíes no sea la más apasionante para vivir.

Y en esta situación, cuando el desafortunado gol de Joao Félix, en el que tanto Yeray como Unai Simón parecían poder haber hecho algo más, parecía ser la puntilla, el Athletic demostró una agresividad y una competitividad de cuya falta adoleció un Atlético de Madrid con jugadores ya pasados de vuelta.

Y eso se vio también en los jugadores que entraron de refresco desde el banquillo, porque además de Williams, con un impacto tangible en el gol, pero también en una oportunidad en la que obligó a Oblak, el mejor colchonero, a lucirse, la entrada de otro joven como Sancet, que dio otro aire al centro del campo, hicieron que el partido se jugara en campo del Atlético, equipo en el que ninguno de sus suplentes aportó nada. Incluso sin tener apenas impacto en el desarrollo del juego, la vuelta al equipo de Yuri, tras nueve meses fuera por lesión, es otro elemento para reactivar el ataque rojiblanco.

Así, si en la primera hora ninguno de los equipos quiso tomar el más mínimo riesgo, obligado por el marcador, el Athletic apenas necesitó dos minutos para crear su primera gran oportunidad en un cabezazo de Iñigo Martínez que le salió demasiado centrado.

Y solo con esa inercia, y las dudas de un Atlético en plena descomposición, cuatro minutos bastaron a los de Marcelino para dar la vuelta, con todo merecimiento a un partido que tan cuesta arriba se le había puesto.

El gen competitivo de un grupo que jugará su cuarta final en los dos últimos años hizo el resto y, espoleados por un Nico Williams que ya fue el jugador diferencial en la última eliminatoria copera, el Athletic ha cargado el depósito de la ilusión para enfrentarse a un Real Madrid al que ya ha tuteado en Liga recientemente, si bien la diferencia de contundencia en las áreas le privó de ganar.

Los se Ancelotti tendrán un día más de descanso, pero también el año pasado los vizcainos afrontaron la final con 24 horas menos de descanso y todos conocemos el resultado, un triunfo del Athletic que el campeón tratará de repetir este domingo.