Cómo estará la cosa en los países del otro mundo cuando periodistas del nuestro, como le ocurrió al corresponsal de “Libération” en Túnez el pasado viernes, acaban brutalmente golpeados por la policía simplemente por llevar a cabo su trabajo, el de informar. Por eso ese periódico, y aquel y el otro, imprimen mensajes de protesta, porque en esos países tienen mucho que progresar en el terreno de los derechos humanos.

Aquí estamos mucho mejor. ¡Dónde va a parar! La policía solo golpea a los profesionales que no son de los grandes medios, o sea, periodistas de los llamados independientes. Eso, mal, mal, no debe de estar; solo no muy bien. Tampoco que un grupo de extrema derecha manifestándose pacíficamente contra el pase vacunal se lance a linchar a una cámara de la agencia France-Presse al grito de “¡Es la AFP, joded a estos hijos de puta!”. En Túnez no, pero aquí habrá una investigación. Que no llegará a nada, pero la habrá. Y de todas maneras no es comparable, porque allí el agresor era un funcionario de policía y aquí unos indeseables.

Y así todo. En tres meses veremos si enfrente tendremos otro presidente de derechas o al final acabará por conquistar el Elíseo uno de extrema derecha. No pinta bien la cosa, porque cualquiera de los candidatos antivacunas tiene grandes posibilidades visto el gran número de ovinos con pase electoral en este primer mundo.