Iñaki ZARATIEGI
Interview
NACHO VEGAS&HTAB;
CANTAUTOR

«Las canciones son como pulsiones que tienes dentro y necesitas sacar»

El personal músico asturiano acumula una veintena de años creando de modo autónomo y edita su undécima obra «Mundos inmóviles derrumbándose». Una nueva colección de desgarros vitales, surgidos en tiempos de covid, en torno a la ternura, el dolor, la amistad, el apoyo mutuo o la soledad. Y siempre anticapitalista. Se presenta hoy en Getxo.

Días de ajetreo promocional para Nacho González Vegas (Xixón, 1974), que eligió el apellido de su madre como artista público. Se dio a conocer en grupos como Eliminator Jr. y Manta Ray y, tras dos décadas de andadura en solitario y una decena de discos, presenta “Mundos inmóviles derrumbándose”.

Sufrió un momento de fragilidad vital por la pandemia, que superó recluyéndose a componer. Y de aquel encierro y un preciosista trabajo de estudio surgieron originales composiciones de amor-desamor y soledades (“Belart”, “Esta noche no acaba”, “El don de la ternura”, “El mundo en torno a ti”, “La séptima ola”) o la amistad y sus duelos (“Ramón In”).

Estuvo en 2011 en la formación del colectivo Fundación Robo, fue candidato a las primarias de Podemos en 2017, colaboró con la plataforma CIEs-No y sigue compartiendo conciencia política en Anticapitalistas o el sindicato asturiano Caja de Músic@s. Un compromiso que se asoma de nuevo a canciones como “La flor de la manzana” o el villancico anticapitalista “Big Crunch”. Actúa este sábado en la programación getxoztarra Muxikebarri, en mayo estará en la sala Jimmy Jazz de Gasteiz y en julio en el festival BBK Live de Bilbao.

Formó parte en los noventa del llamado Xixón sound, ¿una escena anglófila y apolítica, alejada de su música posterior, más popular y social?

Existía esa anglofilia y se cantaba en inglés. Me parecía absurdo y me fui de algunos grupos por esa cuestión. Y la política era anatema. Pero vivíamos en plenas luchas obreras de los astilleros, yo iba a esas movilizaciones y el primer concierto con Eliminator Jr. fue en la campaña de insumisión contra la mili; teníamos compañeros en la cárcel.

¿No hubo en consecuencia un cambio radical?

Era más bien un dilema y, cuando empecé a escribir canciones propias, intenté reflejar lo que pasaba y lo que sentía que había de fondo en mi vida. Tal vez el 15M empujó a que se provocara más claramente ese cambio. Aquel clima social ayudó a que la música fuera más permeable a lo que sucedía y se coló y hasta naturalizó una cierta conciencia crítica. Estaba un poco harto de hacia dónde derivaba la escena indie, esa especie de individualismo hegemónico, la cara cultural del neoliberalismo. En los noventa no milité, pero tuve gente cercana comprometida, y hace unos once años tomé la decisión consciente de entrar en diferentes espacios de activismo.

Su personalidad de creador parece intimistamente frágil, ¿manda la timidez o es pose artística?

No es pose, pero sí una cierta transformación al salir a escena. Algo de disfraz, de coraza, no para esconderte sino como ayuda que te permita decir tu verdad, expresarte de una manera que no puedes hacerlo de modo más natural. De joven era muy tímido y la música me ayudó bastante a vencerlo. Pero sigue estando ahí y tiene que ver con el modo de escribir las canciones desde un grado de inocencia, de pureza, que está en la esencia de la música popular y que tenemos que saber conservar.

En 2020 le pudo la soledad y sintió un bloqueo que superó aislándose para componer.

Me pregunto mucho si la música tiene capacidad transformadora y me interrogo sobre la dimensión que puede tener la canción popular a nivel incluso antropológico. Yo la necesito para sentirme vivo, las canciones son como pulsiones y urgencias que tienes dentro y necesitas sacarlas. El mundo desafina y las canciones intentan encontrar la armonía. Surgen como algo natural tras un bloqueo y cantas para que esa especie de tumor salga a flote y sane. En 2020, en plena pandemia, me sentía anímicamente muy bajo y busqué una solución cercana: irme a un pueblín con un amigo, concentrarme, lograr una disciplina de trabajo. Las canciones surgieron y fue un cambio vital.

El disco es recogido, pero hay pasajes joviales como la latina «La flor de la manzana». ¡Nacho Vegas bailando!

Me gusta que las canciones jueguen a esos contrastes. En la música popular existen infinidad de tonadas que cantan cosas dolorosas con melodías luminosas. Si revistes de gravedad o solemnidad temas como “Big Crunch”, uno de los títulos del disco de contenido más estrictamente político, puede acabar siendo un coñazo que no llegue a la gente. Me gustan las canciones de trabajo. En el confinamiento descubrí músicas del siglo XIX-XX de recolectoras de fresa del norte de Italia que en jornadas duras cantan melodías divertidas y letras satíricas contra el patrón. “La flor de la manzana” era en embrión más introvertida, pero descubrir en Barcelona a las portorriqueñas Mancha ‘E Plátano fue un encuentro mágico y tomó una dimensión insospechada respecto a cuando la escribí. Las canciones no son funcionales, no sirven para nada, pero son necesarias, urgentes y para cantarlas juntos.

«Mundos inmóviles derrumbándose» parece un título apocalíptico.

En tiempos de necesaria reconstrucción de vínculos y espacios afectivos y colectivos que nos han arrebatado hay que tener una actitud de reacción tras la bofetada. Y para reconstruir hay que derrumbar ciertos mundos inmóviles y construir otros nuevos. Hago una doble lectura con los mundos inmóviles en los que habitamos y los móviles que nos habitan. Y hay una intención de conciencia militante y transformadora, hoy más necesaria que nunca.

Desmonta a un personaje tan peculiar como Grande-Marlaska.

Me cae muy mal. El progre elegante que va de simpático y tras su sonrisa tiene un siniestro pasado respecto a las torturas o los CIE [Centros de Internamiento de Extranjeros]. Aunque podría haber sido cualquier otro ministro del PSOE. Mi amigo Roberto Herreros llamó Garzón a su grupo, que tenía canciones como “Superjuez”. Les demandó y obligó a cambiarlo, pero lo sustituyeron por Grande-Marlaska y este no les denunció. Con esos personajes nunca se sabe.

Hay en la canción «Ramón In» confesiones personales (el consumo de heroína o el sexo oral entre hombres) que pueden dar pie al morbo.

He escrito las canciones más íntimas desde cosas que hayan pasado en mi vida o en mi mundo cercano. Esa realidad se puede ir trasformando en la canción a través de la ficción o hay veces en que la distancia entre la realidad y lo que quieres cantar es mínima. Desde el primer disco hubo gente que me dijo que le resultaba un poco impúdico lo que contaba. Pero en canciones como esta necesitaba que la línea delgada entre la realidad y lo que quería transmitir fuera mínima y esa era la manera más cariñosa de hablar de ello. Me dicen que puede haber problemas al hablar de droga y sexo explícito, pero con las burradas que se oyen hoy en la música urbana lo mío no es precisamente pornográfico o macarra.

Trabaja con la promotora bilbaina Last Tour y su sello discográfico Oso Polita. ¿Cómo se mueve en el nuevo orden de plataformas y redes en una escena diezmada por la pandemia?

Peleo con un montón de contradicciones y mi premisa es respetar el trabajo de la oficina, del equipo de la gira y de tanta gente que hace falta para que un disco vea la luz, se muevan los conciertos o gestionar entrevistas como esta. La industria ha cambiado mucho en los últimos años y se ha vuelto muy loca con el ritmo que marcan las plataformas, que son las que mandan como antes lo hacían las discográficas y los medios de comunicación y te pagan una miseria. Existen intentos de responder, de organizarse, y se han dado pasos. En Catalunya se ha creado Smac! (Sindicat de Músics Activistes de Catalunya). Aquí en Asturias milito en el colectivo Caja de Músic@s intentando luchar sobre todo por los derechos laborales básicos de la gente del sector. Hay que tomar ejemplo de la tradición asociativa y autogestionaria de la escena vasca.

Se incluyen en este disco un par de canciones en asturiano, «Muerre l'Branu» y «Un principiu de crueldá». ¿Celebraremos la oficialidad del bable?

Se perdió la oportunidad en el Estatuto de 1981. Llevo años yendo a manifestaciones y daba casi la batalla por perdida, pero por fin el gobierno autonómico está por la labor y creo que en un par de meses veremos la reforma estatutaria que dé carácter de lengua cooficial al asturiano. Un paso más para acabar con la situación de disglosia e ir hacia la normalización lingüística. Porque una parte de la sociedad percibe el castellano como la lengua culta y el asturiano para el humor y discursos metalingüísticos. La próxima manifestación será no solo de lucha, sino de celebración. Si no, sería para dar fuego a la imagen del PSOE.

Sigue con el guitarra Joseba Irazoki, en el disco colaboran Maite Mursego o la saxofonista Haizea Martiartu, ha cantado «Baga, biga, higa», Anari le versiona... ¿Mucha conexión con la escena euskaldun?

Tocar con Irazoki es un goce. Soy muy fan de Mursego, Maite es una bomba. Escuchar en euskara la versión de “Vinu, cantares i amor” por Anari fue muy emocionante. Tenéis tesoros que envidio, hay algo que me hace sentir lo vasco como muy cercano. Mikel Laboa es uno de los nombres más importantes de la canción internacional de autor y desde hace años tengo pendiente hacer alguna canción suya en asturiano.