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Pérdidas


Los conservadores, desde los demócrata-cristianos hasta los liberales pasando por la extrema derecha, siempre se han jactado de buena gestión. En efecto, suelen ser buenos gestores, sí, pero para el propio bolsillo o para el ajeno siempre y cuando revierta finalmente en uno mismo.

Así se explica el multimillonario desfalco de la Sareb en España, un rescate financiero que en realidad sirvió para que la banca europea no crujiera. Marine Le Pen, en cambio, no puede alardear de buena administración. Con un partido carcomido por las deudas, acaba de recibir un nuevo préstamo de más de diez millones de euros, cómo no, de la banca. Sin embargo, ni el RN ni el propio prestamista han desvelado de qué banco se trata. Sólo se sabe que es uno «europeo», de lo que se infiere que no es francés. Es curioso que una mujer y un partido tan patriotas, tan soberanistas y antieuropeos, tan chovinistas y xenófobos, tan del regreso del franco como divisa nacional, acepten sin mayor miramiento los euros de un prestamista extranjero.

Igual de curioso que un banco foráneo preste dinero a una mujer y un partido con deudas y en tal crisis de imagen, que ya no sólo pierde dinero, sino también militantes. Incluso su sobrina Marion Maréchal o su antigua aliado Bruno Megret se van con un Zemmour que sí que sabe gestionar sus ganancias. Y como con la banca, vamos en camino de socializar las pérdidas.