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EDITORIALA

La alta velocidad ha entrado en vía muerta


La Comisión Europea publicó en diciembre un documento en el que proponía que se realizaran algunos cambios en la Red Transeuropea de Transporte (TEN-T). Entre ellos figuraba la sustitución de la línea de alta velocidad prevista entre Gasteiz e Iruñea por una convencional, como la que ya existe. Sin duda, un nuevo varapalo al proyecto de alta velocidad en Euskal Herria que hace que cada vez sean mayores las sospechas sobre su viabilidad, entre otras razones, porque se está quedando sin conexiones. A este paso, parece que se está construyendo un tren destinado a unir únicamente tres de las capitales vascas.

Por otra parte, en una visita a Gasteiz esta misma semana, la ministra española de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, ni siquiera mencionó la propuesta europea y preguntada sobre la conexión entre Gasteiz e Iruñea, señaló que se estaban analizando dos alternativas. Una respuesta, cuando menos, sorprendente y que plantea dos posibles escenarios. El primero es que a los responsables políticos no les importa lo que diga Europa y continúan a lo suyo. En ese caso es de suponer que también peligrará la financiación europea. La otra posibilidad es que ellos tampoco crean ya en el proyecto, pero hayan decidido dar a entender a la ciudadanía que el tren continúa abriéndose paso, aunque en realidad hace tiempo que se siguen haciendo cosas solo por inercia, para guardar las apariencias. De ser así, estaríamos ante una decisión gravísima, no solo por el despilfarro de recursos públicos que supone, sino también por continuar destruyendo patrimonio natural e histórico solamente para mantener una ilusión en la que ya nadie cree.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) señaló que todavía falta el 58% de la inversión para concluir la «Y vasca» y el 96% del corredor navarro. El proyecto, por tanto, está lejos de haberse completado, por lo que existe un amplio margen para detener el despropósito y minimizar las pérdidas. Solo hace falta que los responsables políticos sean juiciosos y honestos.