EDITORIALA
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Evaluación y deberes en la gestión de residuos

La consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno de Lakua, Arantxa Tapia, presentó en el Parlamento de Gasteiz el Plan de Prevención y Gestión de Residuos de la CAV 2030. Como suele ser habitual en este tipo de documentos, los objetivos son muy ambiciosos: reducir un 30% la generación y aumentar en un 85% la recogida selectiva. El resto, un 15%, iría a vertederos, un sistema que en Gipuzkoa oficialmente ya no existe tras la puesta en marcha de la incineradora. El plan también contempla un preocupante incremento de la incineración, un sistema especialmente rentable en estos momentos de altos precios de la electricidad.

Habitualmente, los objetivos de estos planes se suelen proclamar a los cuatro vientos, sin embargo, no ocurre lo mismo con la valoración de su ejecución. En este caso, el plan previo estuvo muy lejos de alcanzar los objetivos marcados: si la reducción de biorresiduos planificada era del 60%, se quedó en el 25% para el conjunto de la CAV y apenas alcanzó el 8% en Bizkaia. En el caso de los residuos industriales, los objetivos eran todavía más ambiciosos y el grado de cumplimiento menor, como muestra el porcentaje de reciclaje de lodos papeleros, que apenas llegó al 5% cuando se preveía un 95%. Y sin una valoración previa del trabajo desarrollado, difícilmente se puede mejorar la planificación; máxime cuando se acaban de cumplir dos años del colapso del vertedero de Zaldibar, que acumulaba casi más irregularidades que residuos. La valoración del desempeño es todavía la asignatura pendiente de las administraciones; sin ella todo queda, la mayoría de las veces, en un ejercicio de propaganda institucional.

Y si a ello se añade el hecho de que no suelen ser planes vinculantes con obligaciones concretas y cronogramas claros, estos documentos terminan siendo una expresión de buenos deseos que difícilmente conducirán a ninguna parte. En la gestión de residuos también ha llegado la hora de pasar de las buenas intenciones a las obligaciones concretas, a los objetivos cuantificados y calendarios exactos.