Daniel GALVALIZI
MADRID

Un acorralado Casado convoca el Congreso mientras asoma Feijóo

Los rumores sobre una inminente renuncia del presidente del PP, Pablo Casado, crecían con el paso de las horas. Teodoro García Egea, su mano derecha y número 2, dimitió tras negarse a hacerlo durante días. Antes habían dejado sus cargos en el partido José Luis Martínez-Almeida y Andrea Levy. Casado reune hoy a los barones del PP, que no lo apoyan.

Son horas decisivas en el partido alfa de la derecha española. El cataclismo en el PP se asoma hacia su desenlace y aunque la dimisión de Pablo Casado aún no era un hecho al cierre de esta edición, sí lo es que su etapa al frente de la formación está acabada, mientras Alberto Núñez Feijóo comenzaba a dar señales de poder dar el salto a liderar el partido.

En medio de un sinfín de rumores y especulaciones, ayer fue un día de renuncias y malas noticias para la dirección del PP estatal. Por la tarde, llegaba, aunque tarde, la esperada noticia: el secretario general del partido y mano derecha de Casado desde 2018, Teodoro García Egea, presentaba su dimisión.

En un acto desesperado por resistir, el líder del PP entregó su cabeza y, poco después, dejó ver que en la reunión de la Junta Directiva Nacional, el 1 de marzo, se ofrecerá la convocatoria de un Congreso Extraordinario, que estaba previsto en julio.

«Casado mantiene la agenda de reunión con presidentes territoriales y, al menos una semana, sigue en cargo», filtraron fuentes del PP a GARA, por lo que, salvo una reacción imprevista, el presidente del partido tiene decidido seguir en funciones, acorralado y atrincherado.

Lo que ha hecho Casado es entregar a los barones una ofrenda para que le den tregua, un ruego por un poco de oxígeno para rearmarse y ver si puede encontrar una salida más digna o permanecer en el cargo, porque sabía que en el encuentro que mantendrá hoy con ellos en Génova con ellos iba a escuchar que tiene que irse y que había que convocar a un congreso anticipado que elija a la nueva dirección o ratifique a la actual.

Es decir, Casado decidió adelantar lo que iba a suceder en julio sin dimitir y, se sobreentiende, mantiene expectativas de volver a competir.

Este giro al estilo Pedro Sánchez tiene una limitación: en su momento, Sánchez no tenía un rival que concentrara más simpatías que él y las encuestas nunca le dieron la espalda frente a otro adversario interno. Ese es el quid de esta cuestión: hace meses que a Casado le hace sombra la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a quien, con una torpeza política pocas veces vista, convirtió la semana pasada en víctima y peor enemiga.

En tanto, Díaz Ayuso no para: a través de Twitter ratificó su interés en quedarse en la órbita política madrileña, mientras que su equipo dejó entrever su malestar por haber sido excluida de la reunión de presidentes de hoy. Además, la Fiscalía Anticorrupción informó de la apertura de una investigación por el contrato por el que su hermano cobró una comisión. La investigación se centrará en la adjudicación del contrato y los movimientos bancarios y fiscales de Tomás Díaz Ayuso.

Un día para la historia

Pocas veces se ha visto lo vivido ayer, con una cascada de malas noticias, rumores y renuncias que solo ratificaban el aislamiento del tándem Casado-García Egea, que al final de la jornada no tenía el apoyo de prácticamente ningún dirigente de peso.

Por la mañana, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, confirmó su dimisión al frente de la portavocía nacional del PP, cargo al que llegó en agosto de 2020 de la mano de Casado.

En rueda de prensa y entendiendo el contexto de ruptura interna y guerra por el poder en el PP, aclaró que, pese a lo que pudiera interpretarse, «esto ha sido de común acuerdo y en conversaciones con el presidente del partido». Y sostuvo que no puede haber confusión sobre su rol como alcalde, para centrarse en el cual ha sido por lo que ha tomó la decisión de apartarse de la cúpula del PP, según su equipo.

Las causas son simples: Casado está en retirada y su permanencia tras el Congreso Extraordinario sería un milagro; Martínez-Almeida tiene posibilidades de ser reelegido y la campaña comienza de facto un año; y el escándalo del espionaje a Díaz Ayuso salpicó al alcalde por haberse perpetrado desde la órbita municipal.

También dimitieron la jefa del Comité Electoral del PP estatal, la diputada por València, Belén Hoyo; la presidenta del Comité de Derechos y Garantías, Andrea Levy, y la diputada gallega Ana Belén Vázquez.

Pero por la mañana tuvo lugar el mayor nocaut, la insurrección del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso. Siete diputados exigieron a Casado en un comunicado la destitución inme- diata de García Egea y la convocatoria de un Congreso Extraordinario para elegir a las «nuevas autoridades» del partido.

Feijóo asoma

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, por su parte, comenzó a desperezar su silencio y envió señales. En diálogo con los medios desde las Rías Baixas, aseguró que «necesitamos cambios, necesitamos nuevas etapas. Todos debemos tomar decisiones, yo entre ellos».

Fuentes del PP de Galiza consultadas por GARA se mostraron herméticas y en extremo cautas. Se limitaron a decir: «La frase de Feijóo es bastante elocuente».

«Tomaré las decisiones en función de lo que observemos en el partido y el partido pida que haga», fue la declaración más rotunda de Núñez Feijóo, quien por primera vez sugería estar abierto a irse a Madrid o al menos a tomar las riendas del partido.