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Crece en todo el planeta la amenaza de incendios catastróficos y frecuentes

La intensidad y frecuencia de los incendios perjudiciales para los ecosistemas están aumentando en todo el planeta, un «desafío para el que, en este momento, no estamos preparados», advirtió ayer el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.


La probabilidad de que se desaten incendios forestales que devastan enormes superficies aumentará a lo largo de este siglo, alertó ayer el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), que urge a los Gobiernos a replantear el gasto destinado a los incendios, recomendando que destinen el 45% de su presupuesto a la prevención y preparación; el 34%, a la lucha contra los incendios y el 20%, a la recuperación.

En su informe, el Pnuma, con sede en Nairobi, prevé que la crisis climática y el cambio en el uso de la tierra harán que los incendios forestales sean más frecuentes e intensos, con un incremento global de fuegos extremos de hasta el 14% para 2030, el 30% para fines de 2050 y el 50% para fines del siglo.

«Los rayos y los descuidos humanos siempre han causado incendios descontrolados, pero el cambio climático antropogénico, los cambios de los usos de la tierra y la mala gestión de los terrenos y bosques hacen que los incendios forestales encuentren con más frecuencia las condiciones propicias para ser destructivos», indica el estudio.

«Los incendios forestales arden durante más tiempo y con más calor en lugares donde siempre han ocurrido, y también están apareciendo en sitios inesperados, como las turberas secas o durante el deshielo del permafrost», añade.

Además de destruir partes enormes de algunos de los últimos refugios para la biodiversidad del planeta, como El Gran Pantanal, el mayor humedal del planeta, situado entre Brasil, Bolivia y Paraguay, los incendios también están emitiendo enormes cantidades de gases contaminantes a la atmósfera, facilitando a su vez más aumentos de las temperaturas, más sequías y más incendios.

Los expertos aconsejan a los Gobiernos contar con los líderes indígenas en la gestión de los fuegos, así como invertir en la planificación, prevención y recuperación de los incendios forestales, en vez de centrarse únicamente en apagarlos.

En la actualidad, los programas de prevención solo reciben alrededor del 0,2% del presupuesto total invertido para gestionar los incendios forestales.

«La respuesta de los Gobiernos consiste a menudo en gastar dinero donde no corresponde», insisten los autores, que explican que hay que limpiar regularmente los sotobosques y apoyar y reforzar de forma sostenida a los equipos de emergencia. El costo de apagar fuegos es muy superior a las inversiones previas para limitar los daños, subrayan.

Asimismo, este informe incide en la importancia de que la comunidad internacional, a través de la ONU, también se involucre en la gestión de los incendios, que hasta el momento es una responsabilidad casi única de los Ejecutivos estatales.

«Los incendios forestales deben colocarse en la misma categoría de respuesta humanitaria global que los grandes terremotos e inundaciones», destaca el estudio del Pnuma.

Entre 2002 y 2016 se han quemado cada año unas 423 millones de hectáreas, superficie equivalente a la de la Unión Europea. África es el continente más afectado por estos incendios, acumulando cerca del 67% del área global anual quemada.

«Debemos aprender a gestionar y mitigar mejor el riesgo de incendios forestales que amenazan la salud humana y nuestros medios de subsistencia, la biodiversidad y el clima mundial», sostuvo la directora de la división para ecosistemas del Pnuma, Susan Gardner.

El informe fue publicado a pocos días de la quinta sesión de la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente (UNEA), que se celebrará entre el 28 de febrero y el 2 de marzo en Nairobi.

Daños incalculables en el noreste argentino

Los incendios de la provincia argentina de Corrientes llevan varias semanas arrasando todo a su paso, hasta el punto de calcinar el 40% de la superficie del Parque Nacional del Iberá, hogar de humedales, pastizales y bosques nativos que afrontan pérdidas incalculables sobre su biodiversidad a consecuencia del fuego. Ayer permanecían activos diez focos, cinco de ellos en los alrededores de Iberá, considerada una de las mayores reservas ecológicas del país. Los fuegos habían consumido hasta ayer un total de 785.238 hectáreas (casi un 9% de la superficie provincial), 245.110 de las cuales son esteros; 225.015, pastizales, y 28.733, bosques nativos.

Son habituales los incendios esporádicos, que eliminan los arbustos para que el ecosistema siga creciendo, pero los fuegos declarados a principios de enero son únicos en sus dimensiones y virulencia, debido a una combinación fatídica de sequía prolongada, temperaturas extremas y baja humedad.GARA