Como cada 8 de Marzo, las calles de Euskal Herria y del mundo serán hoy testigo de importantes movilizaciones en defensa de los derechos de las mujeres. Un día Internacional de la Mujer que en los años previos ha estado de una u otra manera marcado por la pandemia. En 2020 se celebraba días antes de que el covid-19 paralizase todo y en 2021 las movilizaciones respondieron en gran medida a las carencias evidenciadas por la crisis sanitaria. Agujeros estructurales que ya existían y que la pandemia desnudó por completo, congregando a miles de personas pese a las restricciones. En un contexto aún de pandemia y sobre todo de guerra, el feminismo vuelve hoy a tomar las calles reivindicando sus raíces emancipadoras, una alternativa y su voluntad de sumar en un objetivo tan esencial como liberador para todas y todos.

Entre otros artículos, GARA recoge hoy en un reportaje la voz del colectivo de mujeres jóvenes de Euskal Herria, uno de los motores de un movimiento en crecimiento y que representa la vitalidad y la importancia de sumar en experiencia y diversidad. Junto a otras generaciones de mujeres que llevan años labrando este camino con los instrumentos y valores que ofrece el feminismo, estas jóvenes muestran la riqueza de esta lucha y dibujan un futuro donde no quepan la desigualdad y la violencia. La intergeneracionalidad y la interseccionalidad componen parte del corpus de un feminismo que sigue cobrando fuerza; el recorrido y la práctica de los últimos años dan muestra de ello. Sumar en diversidad es una de las claves, un reto tan complejo como apasionante.

La denuncia de la opresión sistemática del patriarcado se multiplicará hoy a lo largo y ancho del planeta. También lo hará la reivindicación de los cuidados como elemento central y vital, cuestión esta que la pandemia hizo emerger y que no se debe difuminar. La implicación institucional debe pasar de los discursos a los hechos, debe materializarse en cambios estructurales. Porque, afortunadamente, esta es ya una lucha imparable.