EDITORIALA

Menos hipocresía y más respeto a los migrantes

Los lehendakaris de la CAV y de Euskal Hirigune Elkargoa, Iñigo Urkullu y Jean-René Etchegaray, escenificaron ayer el compromiso que suscribieron en noviembre para trabajar juntos en la acogida a las personas migrantes. Presentaron el nuevo centro de Irun preparado para dar cobijo temporal a 150 personas en tránsito, aunque en principio se dedicará a atender a las personas que huyen de Ucrania. Tanto Urkullu como Etchegaray apelaron a la defensa de los derechos de las personas migrantes y afirmaron su compromiso para ofrecerles una acogida digna.

Glosaron los derechos humanos, la fraternidad, la solidaridad y los valores morales, palabras grandilocuentes que contrastan con el control diario de la policía francesa, que mantiene cerrada la muga para los migrantes, mostrando de manera descarnada que la anunciada apertura de fronteras es un concepto muy dúctil. Así, mientras algunas se abren, otras se cierran, y mientras algunos entran, a otros se les impide el paso. Paradojas que en apenas siete meses se han cobrado la vida de siete personas en el entorno del río Bidasoa. Las mismas contradicciones que evidencia el plan de contingencia que ha elaborado Lakua, que contempla exclusivamente a los huidos de la guerra de Ucrania, cuando los migrantes que llegan a tierra vasca son diversos y hasta ahora ninguno ha contado con un plan de ninguna clase. Consciente de la incoherencia, Urkullu aseguró que «representamos a una sociedad que quiere arropar por igual a quienes lleguen desde Ucrania y a quienes todos los días intentan cruzar este puente». Desde Irungo Harrera Sarea enfatizaron que esa respuesta urgente se debería organizar «en todos los casos».

Tal vez la crisis ucraniana marque un cambio en la actitud de los responsables políticos. De momento, sin embargo, lo único que ha dejado claro es el racismo institucionalizado que impregna la política migratoria: manos abiertas para unos, persecución para otros y encarcelamiento para los que ayudan desinteresadamente. Menos hipocresía e igual atención a todos los migrantes.