EDITORIALA
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Tiempo de acabar con el sinsentido del TAV

Los proyectos de alta velocidad en Europa siguen dando mucho juego político. Al principio de su mandato, el presidente francés, Emmanuel Macron, descartó nuevas ampliaciones de las líneas de alta velocidad. Sin embargo, ahora que se acerca el final de su presidencia, el Gobierno galo vuelve a resucitar el Gran Plan del Suroeste para unir en alta velocidad Burdeos con Toulouse en el año 2032. Un proyecto que en una segunda fase tendría un ramal hacia Lapurdi que llegaría hasta el Bidasoa.

El impulso a este plan por parte del Gobierno francés parece abrir la puerta a una conexión de la llamada Y vasca con Europa. Sin embargo, conviene hacer un par de matizaciones. En primer lugar, la primera parte de ese proyecto en principio terminaría dentro de diez años, con lo que es de suponer que la segunda fase –la que uniría el proyecto de alta velocidad entre las capitales vascas con Europa– finalizaría mucho más tarde, con lo que el horizonte de la conexión del TAV se pierde en un futuro incierto. En segundo lugar, resulta muy sospechosa esa doble dirección del proyecto hacia Toulouse y hacia Lapurdi. Como acertadamente señala CADE, sin ese segundo ramal, que se uniría con el AHT en el Bidasoa, el plan posiblemente no recibiría el aval y, por tanto, los recursos del presupuesto comunitario. De modo que esa segunda fase, no sería más que un artificio para asegurar la financiación de la primera –la conexión con Toulouse, auténtico fin del plan– lo que proyecta grandes dudas sobre la voluntad política real de construir en su integridad las dos fases.

De modo que, a pesar de la prisa por terminar el trazado, a pesar de los ingentes recursos dilapidados en su ejecución, a pesar de los periódicos espejismos sobre conexiones –más ficticias que reales–, el proyecto de TAV sigue sin ser viable en ninguna de sus múltiples facetas. Sin duda, ha llegado el momento de minimizar las pérdidas. Es tiempo de detener las obras, utilizar lo aprovechable y dedicar los recursos liberados a otros menesteres. Euskal Herria tiene otras necesidades más apremiantes que atender.