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La guerra de Ucrania, con su doble filo, marca las presidenciales galas

Los candidatos a la primera vuelta de las presidenciales del próximo domingo afrontan la última semana de campaña antes de la primera vuelta como una maratón para convencer a los electores indecisos. Pero el telón de fondo que se impone a todos ellos es el drama de Ucrania, sobre todo tras la aparición de cientos de civiles muertos en la región de Kiev, pero sin olvidar las consecuencias económicas, incluidas las energéticas e inflacionistas, de la guerra.


El presidente saliente, Emmanuel Macron, lidera el impulso para imponer nuevas sanciones, sobre el petróleo y el carbón, a Rusia tras la masacre de Bucha, localidad del norte de Kiev (ver páginas 2-3)

Paradójicamente, el inquilino del Elíseo ha sido el líder occidental que más ha hablado con el presidente ruso, Vladímir Putin, quien le aseguró en vísperas de la invasión que no albergaba ánimos agresivos.

Su intensa labor diplomática, desde la presidencia de turno de la UE hasta su pertenencia a la OTAN y al Quinteto occidental que monitoriza la situación en Ucrania (Estado francés, EEUU, Gran Bretaña, Alemania e Italia), le «ha dejado fuera de la campaña y eso supone un problema» desde el punto de vista democrático, asegura Christèle Lagier, experta en elecciones de la Universidad de Aviñón.

Macron está «ausente de la discusión pública, y tendría que estar en el centro de ella para hacer balance de su mandato y explicar su programa», añade.

A cambio –matiza– el conflicto beneficia a Macron porque «refuerza su estatura presidencial» y le mantiene como dirigente en tiempos de crisis (después de la pandemia), además de que le exime de «bajar a la arena y responder de su gestión ante los demás candidatos».

Los demás candidatos

El candidato ecologista Yannick Jadot insiste en reclamar un embargo total sobre los hidrocarburos rusos, mientras la socialista Anne Hidalgo llama a «dejar de pagar el gas de la vergüenza».

Otrora admirador de Putin, el jacobino y único candidato de izquierda con alguna posibilidad de pasar a segunda vuelta, Jean-Luc Mélenchon, asegura ahora que «los responsables rusos deben (...) responder de los crímenes del Ejército ruso». tanto el líder de La France Insoumise como la ultraderechista Marine Le Pen, amiga personal y beneficiaria del dinero de Putin, a quien se negó a finales de marzo a calificar de «criminal de guerra», han sabido recular. No así el no menos ultra Eric Zemmour, quien, pese a denunciar un «crimen infame», no ve factible llevar al inquilino del Kremlin ante la Corte Penal Internacional.

Con una campaña marcada por el covid, hay otro elemento, el de las consecuencias económicas de la guerra, que puede dañar a Macron, sobre todo de cara a una reñida segunda vuelta, que según las encuestas reeditaría su duelo con Le Pen.

El poder adquisitivo está por encima de la guerra en las preocupaciones demoscópicas de los franceses y la complicidad pasada con Putin podría no pasar factura ante la amnesia del electorado por la crisis económica, que podría activar a los electores más abstencionistas de las clases bajas. Malo para Macron, como revelan los sondeos, en los que ha bajado de un 31% en los primeros días de la invasión al 28%. Le Pen ronda el 20%, cinco puntos más que Melenchon y diez sobre Zemmour.

Macron pospone el diálogo en Corsica

El presidente francés, Emmanuel Macron, se escudó en la necesidad de la «vuelta al orden» en Corsica tras las protestas de los últimos días por la brutal agresión de un yihadista en la cárcel que provocó la muerte del prisionero político corso Yvan Colonna.

«La vuelta a la calma y al orden es una condición previa para cualquier cosa», subrayó Macron en una entrevista a la emisora de radio France Inter, después de un fin de semana en que se organizaron de nuevo manifestaciones de protesta reprimidas y que acabaron en enfrentamientos con más de una quincena de heridos. Macron recordó que por ahora «nadie ha dado la autonomía y nadie ha comprometido la autonomía», en una referencia a los contactos de su ministro de Interior, Gérald Darmanin, con el presidente del consejo de Corsica, el autonomista Gilles Simeoni, para abrir una ronda de conversaciones sobre un eventual cambio del estatuto de la isla cuyo inicio, pospuesto, estaba previsto para el viernes 8 de abril. GARA