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Le Pen y la inocencia colectiva


En octubre de 1963, Hannah Arendt discutía con universitarias y universitarios judíos de B’nai B’rith en el campus de la Universidad de Chicago. Dialogaban sobre el proceso contra Eichmann y la naturaleza de su crimen retomando la teoría de la «culpabilidad organizada» que Arendt había defendido ya en 1945. Hannah reconocía que había sobrestimado el impacto de la ideología, no sobre el sistema sino sobre el individuo.

La clarividencia intelectual de Hannah me ayuda a comprender lo que está pasando en Europa, y más particularmente en el Estado francés. El clan Le Pen ha sabido valerse de la democracia liberal para perseguir sus objetivos, que no son otros que la instauración de una «democracia iliberal» (¿oxímoron o performance lingüística?) populista, xenófoba y racista, aprovechándose de un malestar ciudadano convertido en la banda sonora que ameniza su campaña electoral. La preferencia nacional ha dado paso a la prioridad nacional. Casi nada.

No existe inocencia colectiva. La políticas liberales de Emmanuel Macron han contribuido a banalizar el Frente Nacional revisitado (RN), reemplazando en una ley la noción de «comunitarismo» por la de «separatismo». En un debate televisado, Gérald Darmanin, ministro del Interior califica a Marine Le Pen de «demasiado suave» frente al islamismo. ¿Quién va ganando la partida?