Ingo NIEBEL
Colonia

FEMINICIDIO EXISTE EN TODO EL MUNDO, PERO EN ALEMANIA SE IGNORA

Los feminicidios están a la orden del día en todo el mundo. Reciben mucha atención los que ocurren en América Latina, pero también en Europa las cifras son escalofriantes, aunque parezca que en países como la República Federal de Alemania no ocurren. Este tipo de crímenes se obvian en el Estado germano del canciller Olaf Scholz por la gran carencia de sensibilidad social y mediática.

Los derechos de la mujer han ganado importancia, pero en algunos lugares, como Alemania, el feminicidio no es una cuestión que preocupe o requiera atención. Quien tenga interés por el feminicidio en Alemania, deberá bucear por las profundidades de Internet para encontrar información que tal vez pueda satisfacer su curiosidad. No sirve ver un telediario prime time porque, por lo general, este tipo de crímenes no son dignos de mención. Tampoco hay costumbre de que representantes de los partidos locales se congreguen ante un ayuntamiento para denunciar la muerte violenta de una mujer a manos de un hombre por el simple hecho de ser mujer. La excepción confirma la regla.

La ausencia de feminicidios es exclusivamente semántica en Alemania, ya que se califica de «drama matrimonial», «tragedia familiar» o «&discReturn;asesinato de honor» cuando se mata a una mujer por no vivir de acuerdo con los usos y costumbres sociales y religiosos de su familia. También existe el término técnico de «beziehungstat» (delito de relación) para referirse a una agresión cuando se produce en el seno de una pareja.

La falta de sensibilidad se hace patente en noticias como ésta: «Brigada de homicidios investiga: drama matrimonial en Lindlar». El origen de la investigación es que «una mujer de 63 años sufrió las más severas heridas en la cabeza en un enfrentamiento en su piso». La prensa reproduce el lenguaje estéril del comunicado de la Policía, según el cual el principal sospechoso es el marido. En la siguiente frase las y los lectores se enteran de que un helicóptero transportó la herida de gravedad al hospital, donde falleció. El sospechoso, sin embargo, sigue siendo el protagonista, porque se fugó del lugar de los hechos en su Porsche Cayenne, un lujoso vehículo con el que chocó contra un árbol. Tuvo que ser evacuado en otro helicóptero al hospital por las gravísimas heridas sufridas. La idea dominante en la información es el Porsche roto, los dos helicópteros y que todo ha sido un «drama».

Cuando un padre mata a su familia, incluidos las y los hijos, la información no varía mucho. Según sea el medio de comunicación se da un toque más o menos «amarillista» a lo ocurrido. Con el pretexto de respetar la privacidad de las víctimas, los medios públicos no profundizarán en su información sino que semánticamente la suavizan.

Una razón que explica la ignorancia generalizada en Alemania sobre el feminicidio y la falta de sensibilidad es que la Oficina Criminal Federal (BKA) solo lleva un registro de estos casos desde 2015. Según esta fuente, aquel año murieron 135 mujeres por violencia de género. En 2020, la BKA registró la muerte de 139 mujeres y 30 hombres a manos de sus parejas. La Policía Federal cifró en 118 el número de víctimas registradas en 2019 y en 155, las de 2016. En todo caso, estas cifras son orientativas porque depende de cómo se defina el término feminicidio.

Trabajando la definición

Pero en Alemania al menos se empieza a trabajar ya con la definición internacionalmente aceptada: feminicidio es matar a una mujer por ser mujer. La cuestión es si en la tipificación del crimen han de figurar solo las mujeres que han mantenido alguna relación con un hombre –pareja, matrimonio, separación...– o si, por ejemplo, se ha de tener en cuenta también a las trabajadoras sexuales que por su trabajo se han convertido en víctimas de sus clientes. ¿Y qué pasa con las asesinadas por la misoginia? Otro grupo de víctimas lo constituyen las mujeres muertas a manos de sus padres o hermanos porque su forma de vida no encajaba en la conducta moral, social o religiosa de su familia.

Las respuestas a estas preguntas las da la sicóloga Deborah Hellmann. La catedrática de la Academia de Policía del estado federal de Renania del Norte Westfalia investiga 325 casos junto a otros dos criminólogos de Baden-Württemberg y Baja Sajonia. Determinarán cuántos casos de mujeres muertas han sido feminicidios y cómo trataron cada uno de ellos las Fiscalías. Además, el grupo quiere averiguar sus circunstancias sociales y si el consumo de alcohol jugó algún papel.

Fuera de la criminología, en Alemania hace falta crear conciencia sobre lo que es un feminicidio. Aunque la situación de la mujer ha variado con la democratacristiana Angela Merkel como primera mujer canciller queda mucho camino por recorrer. El mayor obstáculo se llama ignorancia. Muestra de ella dio el líder de la oposición en el Bundestag, Friedrich Merz. El también presidente de la CDU instó al canciller socialdemócrata, Olaf Scholz (SPD), a que los 10.000 millones de euros para Defensa se destinen solo a fortalecer las Fuerzas Armadas, y no a impulsar «una política exterior feminista».

Esta última forma parte del pacto de gobierno que el SPD firmó con los Verdes ecologistas y los liberales (FDP). A Merz le respondió la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock. La política de los Verdes subrayó la importancia de una política exterior que se centre en las mujeres. En concreto, se refirió a la violación como arma de guerra. Mencionó un encuentro que mantuvo con mujeres que fueron violadas durante la guerra de los Balcanes. La Corte Penal Internacional no investigó en su día aquellos crímenes, porque no eran tipificados como delito de guerra. «Por eso, un enfoque feminista es parte de la política de seguridad del siglo XXI», explicó Baerbock. Ella tendrá que impulsar el paso de las palabras a los hechos, porque hombres como Merz no lo harán.