EDITORIALA
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Combatir los antivalores o seguir la cuenta atrás

Por el sistema de elección presidencial a doble vuelta, en pocos sitios es tan difícil el acceso al poder de la extrema derecha como en el Estado francés. Cuando hace ya veinte años Jean-Marie Le Pen, el padre de la actual candidata ultra, superó por sorpresa a Lionel Jospin y quedó cara a cara con Jacques Chirac, nadie dudó en que se activaría un «frente republicano» que enterraría ese riesgo. Le Pen padre se quedó en el 17%. Veinte años después, su hija Marine ha superado el 40%. Así que tiene lógica que para muchos este resultado sea un paso más en la cuenta atrás, casi inevitable, del asalto ultra a El Elíseo y a otros ámbitos de gobiernos europeos.

La primera y evidente conclusión es que aquella apelación a los «valores republicanos» para nada se encarna en Emmanuel Macron, que conjuga la libertad como neoliberalismo, cambia igualdad por clasismo y solo finge fraternidad en campaña con «boutades» como posar descamisado. Pero cuidado con las lecturas facilonas: hay más consecuencias que extraer y que van más allá del candidato ganador. Por ejemplo, qué está ocurriendo para que el incremento imparable de la desigualdad no fomente una revolución de izquierda en la que el Estado francés tiene referencias históricas sobradas sino una involución derechista o ultraderechista. Qué papel juega el miedo, real o inducido, en el fortalecimiento de los autoritarismos. O cómo la ultraderecha no deja de capitalizar descontentos sociales; sería interesante cotejar, por ejemplo, cuántos «chalecos amarillos» acabaron ayer votando a Le Pen.

Detener esa cuenta atrás aún es posible, pero pasa por algo que Macron no hará; combatir esos antivalores desde prácticas diarias (también personales) enfocando problemas reales y señalando soluciones auténticas. Euskal Herria, como país en que paradójicamente esos «valores republicanos» están más asentados en la realidad, tiene mucho que ofrecer en esa batalla ideológica. Incluso a los estados que no le dejan decidir pero pueden acabar imponiéndole gobiernos ultras; ya está pasando en Trebiñu.