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GUERRA EN UCRANIA

¡Cuidado con el Transdniéster!

La amenaza de un general ruso de ocupar un corredor desde Crimea al Transdniéster por el sur de Ucrania (Odessa) y los recientes ataques y sabotajes en el enclave encienden las luces rojas. Moscú utiliza las minorías rusas en clave geopolítica y militar. Kiev, que no las respetó en el Donbass, devendría un Estado fallido si Rusia hiciera efectivo ese plan.


Un general ruso anunció recientemente que entre sus objetivos militares en Ucrania no solo aspiran a comunicar las provincias orientales del Donbass con Crimea sino incluso abrir en el sur un corredor entre la anexionada península y el enclave de Transdniéster, en Moldavia.

El Ministerio ruso de Exteriores ha salido al paso de las afirmaciones del general mayor Rustam Minnekeyev, quien denunció discriminación de la población mayoritariamente rusa en dicho enclave.

La diplomacia del Kremlin asegura que no ve tal «riesgo de discriminación» y apuesta oficialmente «por el arreglo pacífico del asunto de Transdniéster con el respeto de la integridad territorial de Moldavia y con un estatus especial de esa región dentro de sus fronteras».

Pero quien piense que el general Minnekeyev soltó esa advertencia por iniciativa propia no ha visto cómo se las gasta el presidente ruso, Vladimir Putin, cuando evacua consultas con sus subordinados.

Es posible que el Kremlin haya lanzado una advertencia de que está dispuesto a ir más allá si el Ejército ucraniano sigue resistiendo en el frente del Donbass y se niega a asumir que tanto este enclave como Crimea sean territorios definitivamente perdidos para Kiev.

Eso sí, Moscú será consciente de que controlar el sur de Ucrania, incluida la ciudad portuaria de Odessa, para abrir ese corredor hacia Transdniéster, es una línea roja que Ucrania difícilmente aceptará, porque supondría dejarle sin salida militar y puerta comercial a sus productos al Mar Negro. Ucrania se convertiría en un Estado continental fallido.

A no ser que Rusia tuviera entre sus planes, tal y como aventuran algunas fuentes, permitir que la ciudad fuera administrada por la ONU y monitorizar toda actividad marítima ucraniana con su flota del Mar del Norte, abriendo el citado corredor más al norte.

No sería una mala salida para un Ejército ruso que, tras más de dos meses de asedio, sigue sin cerrar la toma de la ciudad de Mariupol. Tomar Odessa, y qué no decir de la urbe de Jarkov, se antoja complicado, cuando no imposible, para una Armada que ha mostrado que le cruje más de una costura.

¿Fanfarronada, advertencia o anuncio? El tiempo lo dirá.

Pero lo que se confirma es la utilización por parte del Kremlin de la cuestión de sus minorías rusas o rusófonas en clave geopolítica y militar.

Es evidente que Ucrania, con su nulo respeto a las minorías nacionales, sobre todo la rusa, y Letonia, que discrimina como apátridas a 250.000 personas de su importante y marginada minoría rusa, han ofrecido inmejorables pretextos al sentimiento de agravio pan-ruso.

Pero esa exigencia de respeto a las minorías no debe confundirse con la justificación de políticas, y guerras, anexionistas, porque ello permite a los sectores occidentales más anti-rusos forzar un paralelismo con la justificación nazi de la invasión del centro-este de Europa precisamente por la discriminación de las minorías alemanas de los sudestes, y de más allá, que denunció, en algunos casos no sin parte de razón, Hitler.

Se podrá aducir que, en el Donbass y en Transdniéster estamos ante el ejercicio del derecho de autodeterminación. No seré yo quien lo niegue, pero cabria recordar que, dentro del magma fronterizo de Ucrania, el enclave hoy en guerra (en realidad desde 2014) fue colonizado tanto por mineros rusos tras la conquista de Novorrosia por Catalina La Grande como por obreros soviéticos (rusos) enviados por Lenin para industrializar un país, Ucrania, eminentemente agrícola.

El caso de Transdniéster va incluso más allá de lógicas imperiales o coloniales. La población rusa que vive en el enclave (medio millón de personas) es en buena parte descendiente de los urcas, una comunidad siberiana históricamente indómita frente al zarismo y el comunismo y que fue la única deportada por Stalin no a Siberia, sino desde Siberia, y ubicada en la en su día Besarabia, que en tiempos de la Unión Soviética formaba parte de la República Socialista de Moldavia.

La dramática historia de esta comunidad, que tenía un estricto código de honor y conducta que les hacía definirse como «criminales honestos», se recoge en la epopeya escrita por Nikolai Lilin, un transnistrio que fue reclutado a la fuerza y luchó en la guerra chechena y que recoge, en su «Educación Siberiana», retazos de la reciente historia del enclave y de su separación de Moldavia tras la guerra que siguió al desplome de la URSS.

Su secesión contó con el apoyo de Rusia, que tiene apostados desde 1992 más de 2.000 soldados en el enclave. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa asegura que Rusia almacena 22.000 toneladas de munición en la frontera de Transndniéster con Ucrania.

La tensión en la frontera aumenta desde el inicio de la invasión rusa. El Ejército ucraniano dinamitó puentes estratégicos que conectan la provincia de Odessa con el Transdniéster.

La también fronteriza provincia ucraniana de Vinnitsia denuncia que Rusia ha lanzado ataques contra su aeropuerto y el cuartel general del Ejército del Aire ucraniano situado en su capital, del mismo nombre, desde el enclave rusófono.

Ayer mismo, varias explosiones destruyeron sendas antenas de un centro de radiotelevisión situado en Grigoriopol y el Gobierno transnistrio denunció un ataque contra una unidad militar en Parcani. Ayer lunes, el Ministerio de Seguridad del Estado de Transdniéster también fue atacado por tres disparos con lanzagranadas.

Rusia no duda en imputar estos ataques y sabotajes a Ucrania, que replica con la denuncia de provocaciones rusas para elevar la tensión y permitir una ofensiva contra Ucrania desde el enclave pro-ruso.

Por de pronto, el Gobierno moldavo ha convocado a su Consejo Supremo de Seguridad.

Cuidado en, con y desde el Transdniéster.