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Convivir


Hace un cuarto de siglo, con el neogaullista Jacques Chirac al frente del Elíseo, una coalición de izquierdas, “la Gauche Plurielle”, se hacía con el parlamento ganando las legislativas y provocando la tercera y última cohabitación, que es esa coyuntura en la que el presidente de la República y el primer ministro, de sensibilidades políticas opuestas, pretenden dirigir el país con proyectos políticos opuestos. Así fue como los de Chirac y Jospin chocaron frontalmente, de una manera tan desesperante para ambos que los dos dirigentes decidieron reformar el sistema electoral para que en el futuro no se reprodujera el mismo enfrentamiento. Por ello se redujo el mandato presidencial de siete a cinco años y se estableció que las elecciones legislativas se convocarían inmediatamente después de las presidenciales, para asegurar así que los presidentes tuvieran una mayoría parlamentaria sobre la que conformar un gobierno a su imagen y semejanza. Pero como seguro en esta vida no hay más que la muerte, es muy posible que vuelva a vivirse una nueva cohabitación si el ego de Jean-Luc Mélenchon no impide que se presente una coalición progresista capaz de hacerse con una mayoría parlamentaria. Porque la victoria pírrica de Macron y la derrota gloriosa de Le Pen parecen haber activado a una izquierda popular que buscará a la desesperada cohabitar, porque bastante tiene con vivir.