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EDITORIALA

La lucha por recuperar el poder adquisitivo es clave


Las calles de todo el mundo se llenaron ayer de trabajadores y trabajadoras que se manifestaron para celebrar el Primero de Mayo. Una jornada con un carácter cada vez más marcadamente reivindicativo, prueba inequívoca de que las relaciones laborales continúan deteriorándose en todo el mundo. El empleo es cada vez más precario y las desigualdades, cada vez más profundas. Sin embargo, este año la coyuntura viene marcada, sobre todo, por el imparable alza de los precios que está destrozando sin compasión los exiguos presupuestos de las familias más humildes. Una escalada que ha superado todos las expectativas, hasta el punto de que el Banco Central Europeo confesó la semana pasada que se había equivocado completamente en sus previsiones.

En este contexto, el mensaje sindical en este Primero de Mayo fue diverso y plural: desde los que abogaban por un mundo más justo y sostenible, lema de la manifestación de Baiona, hasta los mensajes más concretos y reivindicativos contra la precariedad, por el reparto del empleo y de los cuidados y la redistribución de la riqueza. Muy presente estuvo la necesidad de poner en marcha una reforma tributara que frene la desigualdad y contribuya a repartir la riqueza. También se denunció la creciente explotación, el control que ejercen los oligopolios sobre la economía y los recortes sociales. Pero el mensaje más claro y generalizado fue para recordar a gobiernos y patronal que los trabajadores llevan años perdiendo poder adquisitivo, y que el actual incremento del coste de la vida no se puede solucionar con un pacto de rentas que para lo único que servirá es para empobrecer a la gente y aumentar la desigualdad en el reparto de la riqueza.

En el actual escenario inflacionista, la lucha por recuperar el poder adquisitivo marcará, sin lugar a dudas, las batallas laborales de los próximos meses. La presión que la clase trabajadora sea capaz de ejercer será determinante para avanzar hacia una sociedad más justa.