Dabid LAZKANOITURBURU

La «salchicha ofendida» en Israel y en Alemania

La oficina del primer ministro israelí, Naftali Benet, ha informado de que el presidente ruso, Vladimir Putin, se disculpó por los comentarios de su ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, quien, rompiendo con los usos diplomáticos, ofreció una clase «magistral» sobre la supuesta sangre judía de Hitler y el antisemitismo de judíos conversos.

Según el Kremlin, su inquilino, Vladimir Putin, habló con Benet sobre «la memoria histórica, el Holocausto y la situación en Ucrania».

Quien no ha pedido aún disculpas es el embajador ucraniano en Berlín, Andrij Melnyk, quien, para denunciar la, a su juicio, tibia ayuda de Alemania a Ucrania, tildó al canciller germano, Olaf Scholz, de «Leberwurst» («salchicha ofendida»), un modismo alemán para una persona de piel fina e irritable.

Para piel fina la de Israel, que inmediatamente sale al paso de cualquier referencia, directa o indirecta, a una Shoah que mató a millones de judíos

El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, mantuvo el pasado jueves una conversación telefónica con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, para «dirimir la crispación» de los últimos días.

Steinmeier reconoció hace semanas el «error» de haber contemporizado con la Rusia de Putin a nivel diplomático y comercial cuando fue ministro de Exteriores con Merkel y luego como presidente alemán.

Desde entonces, los dardos del Gobierno ucraniano se han dirigido al canciller Scholz por sus titubeos a la hora de enviar armamento pesado a Kiev.

En un intento de rebajar la tensión, Zelensky ha invitado tanto a Scholz como a Steinmeier a visitar la capital ucraniana.

Que te llamen «Leberwurst» será todo un insulto en Alemania, pero qué quieren que les diga. Se echa en falta que el Gobierno alemán haya tenido y tenga una piel más fina e irritable, ayer con Rusia y ahora con Ucrania.

Ya en general, a la UE le vendría bien pegar de vez en cuando un puñetazo encima de la mesa para reafirmar su autonomía estratégica. Y, ya puestos, también con o ante EEUU.

Sin obviar, por supuesto, que, comparadas con el drama de una Ucrania invadida, las batallitas diplomáticas son una minucia, el hecho de que uno de sus embajadores llame «salchicha», sea del tipo que sea, al líder del país miembro más importante de la UE, y no pase nada, evidencia que tenemos un problema. Y no solo con Putin.