La derecha ultracatólica lleva décadas poniendo en el punto de mira de su acción política el derecho al aborto. En los últimos años, sus actuaciones en el ámbito judicial y propagandístico se han visto complementadas con movilizaciones de acoso a las mujeres que se acercaban a las clínicas ginecológicas. El pasado sábado, una de esas acciones en Donostia fue brillantemente respondida por el movimiento feminista, que consiguió convertir esa convocatoria ultra en una manifestación a favor del derecho de las mujeres al aborto.

Fue precisamente el auge del movimiento feminista lo que puso en guardia al machismo que ha estado utilizado todos los recursos a su alcance para tratar de recortar los derechos y las libertades de las mujeres con el fin de mantener su dominio. Y en esta estrategia por conservar sus privilegios, el machismo ha convertido el derecho al aborto en una de sus obsesiones. Las fuerzas conservadoras no han dudado en tejer alianzas con sectas ultracatólicas en todo el mundo para atacar este derecho. Ejemplo de esa alianza de las derechas reaccionarias fue la tejida por Donald Trump, y fruto de la misma fue el nombramiento de los tres jueces contrarios al aborto para el Tribunal Supremo estadounidense. A juzgar por la filtración de la semana pasada, ahora mismo están a punto de lograr la derogación de la norma que legaliza el aborto en EEUU.

Las concentraciones para amedrentar a las mujeres que se acercan a las clínicas ginecológicas están prohibidas en el Estado español desde el pasado abril. Sin embargo, estos grupúsculos ultras, amparados por padrinos poderosos, se permiten continuar con este tipo de movilizaciones a pesar de la ley. Unas acciones que muestran que los avances en derechos siempre están amenazados por lo que es necesario mantener una tensión y movilización permanente. Convocatorias como la del pasado sábado del movimiento feminista son la clave para no retroceder en derechos y seguir avanzando en libertades e igualdad.