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Johnson pide calma, pero tumbará el protocolo para el norte de Irlanda

Boris Johnson visitó ayer Belfast y rebajó la retórica guerrera que impera tras la victoria electoral de Sinn Féin. Llamó a los unionistas a entrar en el Gobierno, a fortalecer las relaciones con el sur de la isla, pero dará luz verde al proceso para dejar sin efecto el protocolo post-Brexit para Irlanda, exigencia unionista para no bloquear el Ejecutivo, algo que, según Sinn Féin, haría peligrar el Acuerdo de Viernes Santo y desencadenaría una guerra comercial con la UE.


Las aguas bajan muy revueltas en el norte de Irlanda, especialmente desde la histórica victoria electoral del Sinn Féin en las elecciones para la Asamblea de Belfast que, 101 años después, vio como los republicanos eran la primera fuerza y gobernarán los seis condados de no mediar el anunciado boicot de los unionistas a no ser de que se deje sin efecto el Protocolo sobre Irlanda e Irlanda del Norte. Un acuerdo de Londres con la Unión Europea que, básicamente, impone controles a las mercancías que pasan entre Gran Bretaña e Irlanda y que permite dejar sin efecto la frontera entre el norte y la República de Irlanda, en consonancia con el Acuerdo de Viernes Santo.

En medio de esta atmósfera, el primer ministro británico, Boris Johnson, se acercó ayer a Belfast para intentar calmar las aguas y tratar de contentar a todos en un ejercicio de malabarismo imposible. Pidió a los unionistas que no bloqueen la formación del nuevo Gobierno que tendrán que compartir, en este caso como fuerza minoritaria, con los republicanos. Pidió, asimismo, que no hubiera restricciones ni miedos en la relación con el resto de Irlanda, pero anunció que dará «luz verde» al proceso de reforma legislativa para dejar sin efecto, en parte o por completo, ese protocolo. Eso sí, poniendo en marcha reformas «con el mayor apoyo posible» y, a poder ser, sin tener que tomar «acciones unilaterales».

Se da la paradoja de que los unionistas del DUP, habiendo perdido casi un cuarto de sus votos, se encuentran en una posición de fuerza para chantajear. Han anunciado que de no tumbarse el Protocolo –que, para ellos, fortalece y visualiza la unidad de Irlanda en detrimento del comercio y de las relaciones con Gran Bretaña– boicotearán el nuevo Ejecutivo, algo que amenaza con desencadenar una seria crisis política. Sinn Féin, por su parte, considera que el Protocolo solo es una excusa para no reconocer la realidad democrática: que los unionistas son minoría y que Johnson utiliza esa carta para batallas mayores contra Bruselas.

Equilibrio imposible

Los empresarios del norte de Irlanda también han hecho llegar su preocupación a Londres y le piden no echarse atrás y mantener el Protocolo en vigor, porque de lo contrario podría desencadenarse una guerra comercial en la que todos perderían. El Gobierno de Irlanda, por su parte, advierte de que tumbar unilateralmente ese protocolo implica poner todo el acuerdo del Brexit en entredicho y asegura que Bruselas –e incluso EEUU, que ha dicho oponerse a esa decisión– tomará medidas de respuesta.

Está por ver cómo maniobra Johnson para contentar a unos y otros, hacer efectivo su deseo de levantar los controles a las mercancías que cruzan el mar de Irlanda y no crear más enemigos que los que tiene. Los unionistas siguen chantajeándolo, los empresarios siguen manifestando su malestar y Sinn Féin y el Ejecutivo de Dublín ya han anunciado que no lo permitirán.

Según un comunicado, el objetivo de su viaje a Belfast sería calmar el ambiente y que no se desmadren los ánimos.