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La izquierda tiende una emboscada a Macron en las elecciones legislativas

A poco más de una semana de la primera vuelta de las elecciones legislativas en el Estado francés, la coalición de izquierdas, que marcha con el viento a favor, pisa los talones al partido de Macron y sus aliados centristas, a quienes los sondeos mantienen como primera fuerza.

Pese a una campaña electoral bastante anodina que, según los sondeos, apenas está movilizando a los ciudadanos, la coalición de partidos de izquierda liderada por Jean-Luc Mélenchon está dispuesta a batirse en un áspero duelo con la esperanza de convertirse en la primera fuerza de oposición al macronismo.

Las últimas encuestas muestran un declive de la coalición “Ensemble!” (“¡Juntos!”), del reelegido presidente de la República, aunque siguen colocándola como primera fuerza a la salida de las urnas tras las citas del 12 y 19 de junio, pero sin dar por seguro que logre revalidar la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional (Cámara Baja).

Según un sondeo de Ifop-Fiducia, el movimiento que lidera Macron obtendría entre 275 y 310 escaños, mientras que serían de 170 a 205 para Nupes, la alianza electoral que agrupa a socialistas, comunistas, ecologistas y al partido de Mélenchon, La France insoumise. La mayoría absoluta está establecida en 289 asientos.

«Estamos bien posicionados para ganar», comentó ayer, en declaraciones a Franceinfo, Mélenchon, quien está tratando de transformar estas elecciones en una «tercera vuelta» de las presidenciales de abril.

A sus 70 años, Mélenchon, a quienes algunos han apodado «el Chávez galo», en alusión al fallecido hombre fuerte de Venezuela, fue tercero en la primera vuelta presidencial al frente de una candidatura de izquierda radical que tuvo que rivalizar con las de los otros partidos que ahora conforman Nupes.

Desde la actual mayoría presidencial aseguran que se han «tomado en serio» este aumento de potencia de la alianza de izquierdas, como indicó el jueves la diputada Aurore Bergé.

«Con la cabeza en otra parte»

Por su parte, el ministro de Relaciones con el Parlamento, Olivier Véran, advirtió de que si la futura Asamblea no está «en concordancia con el programa por el que se eligió al presidente, supondría una gran desestabilización de la política en nuestro país en los años venideros».

Sin embargo, según una encuesta de BVA publicada ayer, solo un tercio de los franceses (35%) quiere que Macron tenga la mayoría en la Asamblea.

Transcurrido mes y medio de su cómoda reelección, el 24 de abril, frente a su adversaria de extrema derecha, Marine Le Pen, Macron no disfruta de un periodo de gracia y está lejos de la imagen de presidente impulsivo que es habitual en el líder de una mayoría en campaña.

Pese a los viajes realizados a Bruselas a principios de esta semana para participar en la cumbre de la Unión Europea, al oeste del Hexágono el martes y a Marsella el jueves, el presidente es acusado por la oposición de contemporizar o, incluso, de dejarse llevar por la «inercia» de los acontecimientos.

Y ello a pesar de la creciente preocupación expresada en todos los sondeos de opinión por la ciudadanía, ligada al frenazo de la economía francesa y al alza de los precios de los alimentos y la energía provocada por la guerra de Ucrania.

En cuanto a su nuevo Gobierno, formado hace unas semanas bajo el liderazgo de Elisabeth Borne, tiene las manos atadas por el calendario electoral y está viéndose debilitado por las polémicas. Primero fue el caso del ministro de Solidaridad, Damián Abad, acusado de violación, lo que negó; luego, el fiasco en la entrada al Stade de France el pasado sábado para la final de la Champions de fútbol que dio un giro muy político, con la oposición pidiendo la renuncia del ministro del Interior, Gérald Darmanin, quien, tras una audiencia en el Senado, finalmente tuvo que disculparse.

Y el Ejecutivo parece tanto más febril en cuanto que varios de sus miembros, incluida la primera ministra, son candidatos en estas elecciones y perderán su puesto en caso de que no logren escaño.

Así, mientras la campaña electoral intenta despegar, «está claro que (los franceses) tienen la cabeza en otra parte», como señaló el experto en encuestas Brice Teinturier. Según dijo a AFP, este clima hace temer una muy alta tasa de abstención, cuando en las anteriores legislativas, en 2017, ya superó el 50% en la primera vuelta, un récord.