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AZKEN PUNTUA

Yo no bailo ese juego


El no a la guerra no puede ser selectivo, de temporada. El no a la guerra también implica el no a la industria militar, a la OTAN, al Ejército, al servicio militar, a la cultura militar, al asesinato al por mayor, a la violencia como negocio, al crimen «profesional».

Y en Eroski no se recoge dinero para la Palestina invadida y ocupada, o para la República Saharaui u otros conflictos. Ni siquiera para la guerra del régimen ucraniano contra las provincias del Este, los más de 14.000 muertos reconocidos por la ONU durante ocho años en los que la guerra no existió para los medios.

Estados Unidos y su criminal ambición mueve las fichas en la partida más insensata jugada en el tablero de las hegemonías. Y lo hace con la complicidad de una Europa reducida a su más hipócrita y servil versión, mientras se cierran medios en nombre de la libertad de expresión, se secuestran periodistas, se uniforma la opinión hasta la náusea, hasta la náusea, hasta la náusea, y en lugar de sentarse a hablar y ver cómo se puede detener ahora lo que no se quiso parar entonces mientras crecía la provocación a Rusia reconocida hasta por el Papa, se alimenta la guerra con más armas y se blanquea el fascismo. «¡Más madera!» grita el pobre idiota del maquinista que no es Groucho sino Zelenski. Yo no bailo ese juego.

(Preso politikoak aske)