Belén MARTÍNEZ
Analista social
AZKEN PUNTUA

Yolanda Díaz en el país de Tendre

Sigo con interés el proceso de escucha de Yolanda Díaz. A pesar de las diferencias en torno a determinados aspectos de la ley de reforma laboral, considero que es la mejor política del Gobierno de España. Ofrece datos, argumenta con pedagogía y advierte con intensidad: «Con las cosas de comer no se juega».

Sumar era una operación básica de aritmética hasta que llegó ella con su aritmética del amor inexpresable. Como hiciera Simone Weil, se detuvo un instante, a esperar y escuchar, amando.

Como no basta con gestionar, y a este Gobierno «le falta alma» y «medidas felices», en el acto de presentación, le acompañaron una activista climática, una emprendedora digital, un rider sindicalista, un trabajador de Amazon, una maestra, una inmigrante especializada en cuidados y una trabajadora de la sanidad pública. No sobraba nadie. Ahora bien, si la cosa va de «inteligencia», «pensarnos bien», «querernos», y rehuir distopías, ¿por qué no contó con una pacifista radical y una activista de los derechos humanos? No existe representación topográfica y alegórica más alejada del país de la Ternura que la valla de Melilla con decenas de cuerpos sin vida amontonados. Un contrato social sin fraternidad y sororidad, sin internacionalismo o ternura de los pueblos, es un señuelo. Un callejón sin salida, agapimú.