Un choque de puños de Biden rescata al «paria» saudí Bin Salman
La imagen del choque de puños de Joe Biden con el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, certificó que vuelve a considerar su socio al que prometió convertir en «paria» por la muerte del periodista Jamal Khashoggi. El precio del petróleo rescata al aliado de siempre.
Joe Biden chocó amistosamente el puño con el le hombre al que los servicios de inteligencia estadounidenses señalan como responsable de la muerte y descuartizamiento del periodista Jamal Khashoggi, en 2018, el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman.
Fue la imagen que certificó que su promesa de dejar la tiranía saudí en un estatus de «paria» se ha desvanecido ante el interés estadounidense de bajar el precio del petróleo y reforzar a Israel.
En la campaña presidencial de 2020 Biden prometió que trataría a los responsables de la muerte de Khashoggi como «parias» en la escena internacional y haría pagar a sus líderes un precio.
Aunque ayer quiso evitar estrecharle la mano, el saludo por el que optó perecía aumentar la complicidad mientras la Casa Blanca se esforzaba en restarle importancia: «Estamos centrados en las reuniones, no en los saludos».
Cuando una periodista preguntó a Biden si Bin Salman aún era un paria solo obtuvo una sonrisa del príncipe saudí. Tras la reunión, el presidente estadounidense aseguró que advirtió a Bin Salman de que «si vuelve a pasar algo así, tendrán una respuesta».
«La razón por la que voy a Arabia Saudí es para promover los intereses de EEUU de una forma que creo que reafirmará nuestra influencia en Oriente Medio», se justificó la víspera. El presidente de EEUU argumenta ahora que no quiere dejar un «vacío» en la región que puedan usar Rusia o China para ejercer su influencia.
Pero, sobre todo, busca reactivar lazos con un aliado esencial de EEUU durante décadas, un importante proveedor de petróleo y un ávido comprador de armas. Ahora vuelve a recurrir a su aliado estratégico para que el mayor exportador de crudo del mundo abra el grifo para bajar el alto precio de la gasolina, que está disparando la inflación y mermando las posibilidades de los demócratas en las legislativas de noviembre, donde se juegan el control del Senado.
EEUU también necesita a Arabia Saudí en su estrategia contra Irán, en la que quiere fortalecer las alianzas de Israel con las monarquías árabes siguiendo los pasos de los “Acuerdos de Abraham” impulsados por Donald Trump.
Ayer Israel aceptó que Arabia Saudí tome el control total de dos islas en el golfo de Aqaba, mientras que el Ejecutivo saudí garantizó la navegación israelí en el área de esas islas y abrió el espacio aéreo a vuelos israelíes.
Desdén hacia los palestinos
Mucha menos atención de Biden merecieron los palestinos en su gira. Apenas una mañana en la que prometió ayudas a un hospital y a la Unrwa, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos. En el campo político, una desganada defensa de la habitual «solución de los dos Estados».
Cientos de palestinos respondieran en las calles de Cisjordania y de la Franja de Gaza con manifestaciones de rechazo. «No hay saludo ni bienvenida para el presidente de EEUU», declaró Jalil al-Haya, líder de Hamas en Gaza.
«Su Gobierno siempre ha estado sesgado hacia la entidad sionista y siempre ha negado los derechos legítimos de nuestro pueblo», añadió.
También en las ciudades cisjordanas de Ramallah y Nablus, se llevaron a cabo manifestaciones similares contra Biden.