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Interview
cHristina psarra
Directora de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Grecia

«Un campo de refugiados en mitad de la nada no es la solución»

Antes de ser directora de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Grecia, Christina Psarra dirigió operaciones en Uganda, Malawi, Mozambique y Egipto y coordinó la búsqueda y el rescate de migrantes a la deriva en el Mediterráneo y el Egeo. Repasa para GARA la situación de los refugiados en Grecia y Europa para denunciar que cada día se violan los derechos humanos.

(FOTOGRAFÍAS: GARA - Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ)

Christina Psarra tiene una dilatada experiencia en el trabajo humanitario y, en concreto, en la atención a personas migrantes y refugiadas, no solo en Grecia, donde dirige Médicos Sin Fronteras. Conoce bien su situación y, en videollamada con Gara, alerta de que «lo que ocurre en otras partes del mundo nos afecta, y la tendencia es que cada día se violan más los derechos humanos», alerta. «Lo que ocurre en un lugar se replica en otro; en Grecia vemos un corta y pega de las medidas de otros países», añade.

Desde 2015, ¿cómo ha evolucionado la situación de los refugiados en Grecia?

Aunque fuera de forma diferente, Grecia experimentaba llegadas de migrantes antes de 2015. Desde entonces, presenciamos una política migratoria continuista de confrontación en la que se muestra al refugiado como enemigo de esta sociedad, además de que, en otra escala, se le excluye del acceso a derechos sociales como la salud. Estas medidas están fuera de toda lógica, porque, además, tienen un impacto en las propias sociedades [receptoras]. Alguien puede decir que ahora hay menos refugiados y que, por ejemplo, Moria era un caos y ya no lo es. Pero para mí, para MSF, un campo de refugiados en mitad de la nada no es la solución.

El Gobierno heleno asegura que su política es «estricta, pero justa», construye muros en los campos de refugiados, los asemeja a cárceles. ¿Considera que las medidas actuales son más estrictas?

No sé si el Gobierno implementa medidas más estrictas, pero son caóticas: carecen de coordinación o de una verdadera discusión sobre la integración. Este es el terreno en común, sin importar el Gobierno. Las medidas propuestas desde 2015, incluyendo el acuerdo entre Grecia y Turquía, tenían una explicación: iban a regular los flujos de refugiados, llegaría menos gente y lo haría de forma escalonada y segura. Pero hoy la gente continúa viniendo, la gente continúa muriendo y la gente continúa viviendo en condiciones insostenibles. Además, se muestra al refugiado como el enemigo y se criminaliza a actores solidarios como las oenegés. No hay lógica en las medidas políticas, y la responsabilidad es compartida entre la Unión Europea (UE) y el Gobierno griego.

Precisamente la periodista neerlandesa Ingeborg Beugel afronta un juicio por alojar y ayudar a un migrante en situación irregular.

No es el único caso; hay otros con grupos de solidaridad en Lesbos. Es difícil escoger un caso que sirva como ejemplo único, pero vemos un incremento de la vigilancia sobre los actores solidarios y una retórica en la que el Gobierno se posiciona en contra de las personas solidarias.

La UE recibe con los brazos abiertos a las refugiadas ucranianas, mientras rechaza a afganas, sirias o somalíes. ¿Qué efectos tiene esta discriminación positiva?

Hemos discutido mucho sobre los dobles estándares, pero de forma positiva. En Ucrania hemos visto que los Estados, si quieren, si activan sus mecanismos, pueden funcionar rápido y de manera efectiva. Queremos que este ejemplo se extienda a todos los migrantes, que se replique con los sirios, los afganos y las personas que arriesgan su vida en un bote y cruzan el mar. Porque no veo diferencias entre refugiados: veo personas que escapan, personas que sufren, madres e hijos.

Aunque no se aproximan a las cifras de 2015 y 2016, a Grecia llegaron 11.000 migrantes en los primeros cuatro meses de 2022, un incremento de un 25% con respecto al año anterior. ¿Es posible frenar a quienes nada tienen que perder?

El mundo arde. Tenemos conflictos que en el pasado no se consideraban conflictos. Hay conflictos en Congo, en Camerún. Ahora hay más refugiados climáticos, porque hay que entender a la gente de Somalia que llega por la sequía. La gente va a continuar buscando seguridad. Se cierra una carretera y otra se abre, y seguirá siendo así siempre, al menos hasta que nos demos cuenta de que es una responsabilidad colectiva. Por lo tanto, la gente va a seguir llegando, lo vimos en el sureste de Inglaterra, recientemente, y antes en la frontera de Bielorrusia.

Desde Turquía, los migrantes intentan llegar a Grecia cruzando el río Evros o el mar Egeo. Las autoridades fronterizas violan sus derechos, les mandan de vuelta, a veces sin ropa ni documentos, incrementando su infortunio. Además, Human Rights Watch ha publicado este año el informe «Greece’s Use of Migrants as Police Auxiliaries in Pushback». ¿Qué ocurre en la frontera con las devoluciones en caliente?

No estamos presentes en Evros. Puedo compartir mi opinión personal, no la de MSF. Hemos escuchado quejas de refugiados sobre las devoluciones en caliente. No solo ha informado HRW, sino que otras organizaciones como Amnistía Internacional y periódicos como “The Guardian” han mostrado evidencias que apoyan las denuncias de las personas. En Samos y Lesbos tenemos equipos médicos. Los recién llegados suelen contar que, hasta que tuvieron éxito, intentaron cruzar muchas veces a Grecia. Algunos fueron separados de sus familias y refrendan estas evidencias. Además, hay investigaciones independientes que las confirman y ha dimitido el director de Frontex [Fabrice Leggeri abandonó su cargo en abril de 2022, poco después de concluir la investigación sobre Frontex por parte de la Oficina Europea Antifraude].

Frontex (Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas) cambia de director. ¿Cambiará su forma de actuar?

De las instituciones europeas espero sentido común. Estas entidades financian las operaciones de Frontex y, si su director ha dimitido, es que algo está ocurriendo. Incrementar la responsabilidad y ser capaz de arreglar y reconocer los errores aumentaría la confianza en la misión. Esto es lo que espero, con independencia de quién sea la nueva cabeza.

Dinamarca llegó a un acuerdo con Kosovo para enviar presos extracomunitarios pendientes de deportación. Gran Bretaña quiere que Ruanda aloje a migrantes que esperan su regularización. ¿Qué opina de esta forma de externalizar la gestión del ser humano?

Aunque haya innovaciones, seguimos de forma obsesiva la misma lógica: como no podemos mandar a los migrantes de vuelta a sus países, los mandamos al lugar que sea.

Activistas denuncian que el Gobierno griego pretende desalojar el campo de Eleonas

Mientras el Gobierno de Grecia promocionaba la semana del refugiado celebrando actividades entre el 20 y el 26 de junio, en el exterior del campo de Eleonas, en Atenas, había protestas. Inaugurado en 2015, si se compara con el resto de campamentos de refugiados del país, las personas migrantes que lo habitan viven en mejores condiciones.

Pese a ello, Eleonas va a ser derribado, alertan los activistas, y sus habitantes, muchos de ellos con rutinas personales y laborales en la capital griega, terminarán desplazados. Por eso, durante el mes de julio han continuado protestando; tanto en la entrada de Eleonas como en las calles de Atenas.

Yiannis, estudiante de posgrado en la Universidad Panteion y activista del grupo Solidarity with Migrants, asegura que el Ejecutivo pretende realojar a los refugiados en campos situados fuera de la ciudad. Afirma que, junto a su grupo y los propios migrantes, han detenido desalojos, los que afectan a las personas más irregulares.

«El Gobierno dice que quiere construir un campo de fútbol, pero es parte de un plan de gentrificación de la ciudad. Además, no quiere a los migrantes en Atenas, quiere que se vayan fuera y sean mano de obra barata en el campo», explica.

«El Gobierno quiere actuar este verano, antes de las elecciones [de 2023], porque quiere mostrar a la gente racista que expulsa a los migrantes de Atenas», alerta Yiannis, de 30 años, en este barrio situado en el oeste de capital griega, detrás de un campus universitario y relativamente cerca de la dinámica y vívida zona de Keramikos.Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ