El Athletic comenzó la presente temporada aquejado por el mismo virus que la pasada: la falta de gol. Hasta en 17 ocasiones remató el cuadro rojiblanco sobre la portería bermellona, pero unas veces su guardián, el acertado fichaje Rajkovic, y otras los postes y la falta de puntería impidieron que el triunfo se quedase en San Mamés.

Un premio que hubiera puesto la guinda a la celebración del medio millar de partidos de Muniain, que va camino de romper todos los registros y que fue homenajeado en la Tribuna Norte a la conclusión del encuentro.

Pero no fue así. Los leones se encontraron con la muralla defensiva del 5-4-1 planteada por Javier Aguirre, un obstáculo que resultó infranqueable, pese a que los locales -eso no se puede negar- le pusieron el ahínco y todas las ganas del mundo para estrenarse con una victoria ante su afición.

Lo mismo que el planteamiento ofensivo de su técnico, un Ernesto Valverde que apostó por Sancet de inicio en el doble pivote, a la búsqueda de esa llave con la que abrir el cerrojo esperado de los visitantes y la inclusión en el once del jugador más entonado de cara a puerta en la pretemporada, Asier Villalibre.

El de Gernika estuvo cerca del 1-0 al final de la primera parte, al igual que los dos postes de Vesga y Yuri, además del remate defectuoso de Guruzeta en el 82, desviado por las piernas de un rival y que a punto estuvo de colarse de no ser por los reflejos de Rajkovic, por nombrar las más destacadas. Al Athletic no le queda más remedio que seguir picando a la búsqueda de la veta goleadora.