Beñat ZARRABEITIA
Interview
Ramón USALL
Autor del libro «Futbolítica»

«No hay ningún hecho histórico que no se pueda explicar a través del fútbol»

Licenciado en Historia por la UAB de Barcelona y Doctor en Sociología por la Universitat de Lleida, Ramón Usall (Barcelona, 1977) es profesor de ciencias sociales y escritor, y fue diputado del parlamento catalán por las CUP. La simbiosis entre fútbol y política ha dado como resultado su último libro, titulado “Futbolítica”.

(GARA)

De su pluma han nacido las desventuras del detective Rafel Rovira, su pasión por la historia la evidenció su tesis sobre Kosovo y su entusiasmo por el fútbol han dejado obras como “Un món en blau i grana: El Barça d'Eric Castel”, “Futbol per la llibertat” y, más recientemente, “Futbolítica”. Ramon Usall explica en GARA los entresijos de su última obra.

El título del libro lo deja claro: indisoluble relación entre fútbol y política.

La idea esencial es la simbiosis entre ambos elementos que acaban fusionándose en una única palabra: «futbolítica». Yo tengo un principio y es que hay que desconfiar de la gente que dice que no hay mezclar fútbol y política porque generalmente suele ser la que más lo hace. En mi opinión, pocos elementos tienen tal carga identitaria en nuestro tiempo como los clubes de fútbol y pocos hechos de la vida social tienen tantas implicaciones. Puedo entender que alguien hable de separar la política partidista de lo que es el juego, pero me cuesta mucho creer a alguien que dice que fútbol y política no tienen nada que ver mientras lleva puesta una bufanda con un escudo que tiene una corona borbónica o una camiseta con una bandera nacional.

Así ha sido durante los últimos 150 años, un hilo del que tira para dar una vuelta al mundo.

Me gusta contar que prácticamente no hay ningún hecho de la historia reciente de la humanidad que no se pueda explicar a través de un club o un partido de fútbol. Por ejemplo, el Manchester City, que actualmente es un club vinculado a los petrodólares y poco inglés en su composición deportiva y gestora, nació como una entidad parroquial anglicana que quería separar a los jóvenes de la comunidad de la mala vida en tiempos de segunda revolución industrial. Cuando se publicó el libro, los talibanes habían vuelto a tomar el poder en Afganistán, lo que entre otras cosas reportó la desaparición de la Premier League afgana, una competición creada para dar cierta normalidad al funcionamiento del país.

También dedica un capítulo al Karpaty Lviv ucraniano.

El Karpaty Lviv es un club que durante los últimos años se ha alineado con las posiciones más extremas del nacionalismo ucraniano. Lo que está pasando desde 2014 se ha reflejado en el fútbol de forma clara. Los clubes del Dombás juegan en el exilio desde hace ocho años, la anexión rusa de Crimea implicó que el Simferópol, primer campeón de la Ucrania independiente, abandonase la competición ucraniana, pasase a la rusa y posteriormente las instancias internacionales no les permitiese continuar porque eso implicaba un reconocimiento de facto de la anexión. Las Repúblicas Populares del Donetsk y Lugansk crearon unas selecciones nacionales que han competido ante combinados como los de Abjasia u Osetia del Sur. El conflicto ucraniano se podría explicar a través del fútbol.

Las identidades nacionales están muy presentes en muchos clubes.
Hay equipos con un carácter nacional muy fuerte, desde el prisma catalán tendemos a creer que el Barcelona es un club muy singular. Evidentemente lo es, ya que en cierta forma refleja la historia de Catalunya y tiene estrechos vínculos con el nacionalismo. Sin embargo, tendemos a pensar que la idea del «más que un club» es únicamente nuestra, pero dando la vuelta al mundo yo quería demostrar que no existe una nación sin Estado en el mundo que no tenga su Barça, su Athletic o su Osasuna. Es verdad que el Celtic es más conocido por su repercusión y contar con una historia muy ligada al nacionalismo irlandés. En Palestina, crearon el Al Whedat en un campo homónimo de refugiados, un club sobre el que Yasir Arafat llegó a decir que «cuando nosotros no teníamos voz, el Al Whedat era nuestra voz». En Corsica tenemos al SC de Bastia que luce la Testa Mora.
Y el componente social.

Con el tiempo esto se ha ido difuminando, aunque en Italia tenemos casos como el de la Juve, el equipo de los patronos, de los Agnelli y de la Fiat, contra el Torino, un club con raíces obreras y que incluso provocó que el periódico del Partido Comunista, que se negaba a informar sobre deporte, diera cuenta de las hazañas de aquel Grande Torino cuya historia acabó con el trágico accidente aéreo de 1949. Una victoria del Torino sobre la Juve se consideraba una metáfora del triunfo de las clases populares. Es cierto que no es lo mismo hablar de la Italia de los cincuenta y la actual, pero sirve para explicar la historia. Luego también existen ejemplos de cómo las empresas crean clubes, como hizo la Peugeot con el Sochaux, para que los obreros se identificasen con la compañía y esto diluyera la conflictividad.

Entre 1936 y 1939, existe un equipo de referencia y que nos une con la actualidad, al hablar de exilio, que es el de la selección vasca.

Quería buscar una aproximación al fútbol en Euskal Herria para ilustrar cómo había servido a la causa de la libertad del pueblo vasco. En ese sentido, un caso paradigmático es el del Club Deportivo Euzkadi, que nació a partir de la selección vasca que creo la Lehendakaritza, que jugó por Europa y América y que, tras la caída de Bilbo y el avance fascista, decidió quedarse en México. Es un equipo que tuvo sus dificultades, se trataba de una selección no reconocida por la FIFA, pesaban amenazas de sanción para sus rivales y la solución que se buscó fue crear el Club Deportivo Euzkadi admitido por la federación azteca. Un conjunto que tiene una singularidad de la que no puede presumir ninguna selección del mundo que es la de competir una liga; es una lástima que la poética no le concediese el privilegio de haberla conseguido. Me parecía un ejemplo muy interesante de cómo el fútbol puede explicar un conflicto nacional y hacerlo desde otra perspectiva. Es verdad que la historia del Athletic, jugando únicamente con jugadores de Euskal Herria, tiene mucha fuerza y le da una dimensión importante, pero es una historia más conocida.

En los últimos 50 años hemos visto utilizaciones políticas más que evidentes como el Mundial de 1978 en Argentina o el uso del fútbol por parte de la dictadura chilena.

En Chile, para evitar la conflictividad de clase en algunas zonas mineras, la dictadura de Pinochet impulsó la creación de clubes como el Cobresal o el Cobreloa. Eran equipos que tenían una fuerte identidad corporativa, pero que eran apoyados mayoritariamente por los trabajadores de la minería, lo que reforzó su orgullo minero y sentimiento de clase. Un ejemplo de estas identidades cambiantes es el Colo Colo chileno, que lleva el nombre de un guerrillero indígena en tiempos del colonialismo español, y al que Allende recibió en La Moneda y al que Pinochet también intentó instrumentalizar. Para el poder, es muy tentador utilizar a los clubes y su popularidad, ya que no hay un fenómeno político en el mundo que no se traduzca en el fútbol. Un caso paradigmático es el del Mushuc Runa en Ecuador, un equipo indígena que reivindica la identidad o elementos propios de dicha comunidad como el poncho, forma parte de una cooperativa y que ha conseguido un relativo éxito tanto económico como deportivo.

También hay historias de clubes ligados a personajes históricos como Bobby Sands.

Él jugó como lateral izquierdo en un equipo vinculado a una escuela católica, llamado Star of the Sea. Un conjunto que ganó el campeonato juvenil de Irlanda en 1969 en un marco de competición que superaba la división administrativa. Allí había distinguidos militantes del republicanismo irlandés como Bobby Sands, pero también jóvenes que posteriormente acabarían en grupos paramilitares lealistas. Sands se convirtió en un icono con su martirio en la huelga de hambre de 1981, conocíamos al militante republicano, elegido diputado durante la huelga de hambre, dirigente de los presos del IRA en la cárcel de Long Kesh, a su figura como escritor o poeta, pero desconocíamos su faceta como futbolista. Jugador de un equipo donde convivían jóvenes de procedencia obrera. Una historia que comenzó bien con aquel título juvenil, pero que acabó con sus integrantes enfrentándose pistola en mano en las calles del Norte de Irlanda. El Star of the Sea es la metáfora del sueño imposible de la reconciliación de los irlandeses.