EDITORIALA

Macron conjuga los recortes con la represión

La primera ministra francesa, Elisabeth Borne, llevó ayer dos proyectos de ley al primer consejo de ministros del curso político. El primero, sobre protección social, busca endurecer el acceso a las prestaciones por desempleo. En realidad, quiere alargar la vigencia de la reforma aprobada en 2019, que además lleva su nombre. El principal objetivo del otro proyecto es continuar aumentado el número de efectivos de la Policía, que ya creció en más de 10.000 agentes durante el primer mandato de Emmanuel Macron. El panorama político lo completan las presiones de la patronal Medef para que el Ejecutivo galo aborde este otoño la reforma de las pensiones. El estado de bienestar sigue en el punto de mira.

Las iniciativas gubernamentales ayer dieron el tono de lo que será el curso político que ahora comienza. Por un lado, la clave a los graves problemas sociales parece que se sitúa en ampliar los recortes sociales, recurso que de paso sirve para apretar las clavijas y estigmatizar a las personas más vulnerables. Lo peor es que en el Estado francés, además de haberse normalizado los insultos de la extrema derecha a los perceptores de prestaciones sociales, se ha interiorizado también su discurso. Según esas tesis, las dificultades de algunas actividades económicas para contratar trabajadores se deben no a las penosas condiciones laborales, sino a la actitud de la gente que recibe prestaciones. Partiendo de ahí, lo lógico es recortar aún más las ayudas sociales. A pesar de haber optado por esa política, el Ejecutivo comprende perfectamente que esa es una vía que irremediablemente provocará nuevas protestas sociales y, por ello, apuesta por seguir reforzando la respuesta represiva con más Policía. No contento con incendiar el país pretende además continuar echando más leña al fuego.

Esas dos iniciativas resumen de manera precisa el enfoque con el que el nuevo Gobierno de Macron afronta los principales problemas del país: políticas injustas que provocarán mayor represión. No hay duda de que entienden perfectamente esta relación entre desigualdad y represión, y a pesar de todo continúan alimentándola. Nunca es suficiente para los poderosos. Y para la izquierda el desafío es extraordinario.