EDITORIALA

Educación y energía, debates de país que demandan nuevas perspectivas

Tras un periodo vacacional largo en el que las constantes vitales del país solo se reflejaban en los ecualizadores de las fiestas y festivales, por fin ha arrancado el curso político y se han puesto en marcha dos debates importantes, estratégicos. Son debates de país, de esos que tanto se reivindican pero que la inercia política siempre posterga a tiempos mejores -o peores-.

Por un lado, la presentación del Proyecto de Ley de Educación de la CAV supone un nuevo paso en la vía abierta con el pacto educativo. Por otro, de una manera menos convencional y constructiva, la noticia sobre sendos proyectos de parques eólicos de la mano de la empresa noruega Statkraft ha generado una polémica inane que, sin embargo, ha derivado en un debate bastante serio sobre la crisis del modelo energético y las alternativas.

Toma de posiciones, que no de trincheras

Todo el mundo en la comunidad educativa coincide en que es necesaria una ley que suponga un nuevo contrato social, que renueve los principios de la educación vasca y que sea capaz de afrontar los cambios sociales que se están dando y que se van a acelerar.

En general, se comparte el diagnóstico sobre los problemas y los retos, y se manejan valores compartidos, pero hay intereses diversos y discrepancias en las fórmulas. Y muchas suspicacias, algunas fundamentadas en experiencias poco edificantes.

No obstante, visto desde fuera -pero no desde lejos-, el proyecto responde de manera bastante fiel a lo que se ha trasladado a la opinión pública desde que PNV, EH Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos-IU alcanzaran el pacto la primavera pasada. Está claro que al texto le falta concreción, tanto en procedimientos como en recursos, pero es algo que deberá ir negociándose.

Algunos agentes educativos lo ven de diferente manera. O, cuando menos, han querido marcar posición. En algunos casos, eso se hace reivindicando la importancia de sus prioridades -la igualdad, el euskara…-, en otros exagerando que el proyecto favorece otros intereses. Puede ser una estrategia negociadora, y es legítima, pero desvirtúa un tanto el espíritu de un acuerdo ambicioso y realista. No implementarlo en todo su potencial sería un fracaso. Es hora de aportar, de luchar y negociar, no de quejas y cálculos.

Agua pasada no mueve molinos

Tampoco los esquemas discursivos del pasado van a generar la energía necesaria para afrontar los retos socioeconómicos que impone la emergencia climática. Es un tema complejo y conviene no adoptar posturas ridículas.

La treta del PNV para generar contradicciones a EH Bildu en relación a los molinos ha tenido el efecto contrario, reforzando la posición de la coalición abertzale y mostrando las debilidades de los planes de Arantxa Tapia. EiTB debería negarse a participar en este tipo de maniobras. La respuesta contundente y tranquila de la alcaldesa de Azpeitia, Nagore Alkorta, y las explicaciones claras del parlamentario Mikel Otero dieron argumentos a sus bases y sorprendieron a quienes habían comprado la caricatura.

Ahora toca hacer bien el trabajo, conocer y evaluar las alternativas, explicarlas y poner en marcha el mejor proyecto posible. Hace falta un cambio radical y para eso hay que debatir en serio sobre el modelo.

Lo electoral no puede ahogar el cálculo de país

No solo ha empezado el curso político, se ha lanzado también la carrera electoral. El contexto es convulso e impredecible. Igual esta vez no basta con no fallar, y acertar va a ser cada vez más difícil.

En esta situación es complicado sostener debates de país, pero no hay alternativa. Se llega tarde y a medias, y urge ponerse a trabajar rápido y bien.