Bruno CARVALHO
DONETSK

Entre balas y votos, el Donbass vota en referéndum

Makeevka es una de las más importantes ciudades del Donbass y una de las que registró más votación, según los las autoridades, que cifraban entrada la tarde en un 90% el índice de participación en todo el territorio de Donetsk en el referéndum de unión a Rusia.

Varias mujeres votan en un colegio móvil en Maakevka.
Varias mujeres votan en un colegio móvil en Maakevka. (Bruno CARVALHO)

Una silla de jardín alberga una urna a la que se dirige la cola. Estamos en un barrio de Makeevka, ciudad contigua a Donetsk, y nadie parece preocupado por la presencia de dos soldados. Todos los miembros del colegio electoral son mujeres. Los hombres están en el frente.

Ekaterina Vladimirovna explica que la urna «necesita protección. Si en otros países tuvieran que votar desde casa también necesitarian protección policial».

Una profesora jubilada que espera en la cola coincide. «Todo es muy pacífico. Vea cuántas personas vienen a votar para que vivamos en un país unido y pacífico. Aquí nadie nos asusta, nadie nos intimida. Son ellos [Ucrania] los que nos bombardean».

Preguntada sobre si fue forzada a votar, Valentina Grigoryevna lo niega. «Yo voto por mi libre voluntad. Aquí nadie es forzado a votar».

La presidenta del colegio electoral explica que los electores han tenido la oportunidad de votar en casa o cerca de casa. «Hay un colegio móvil. Llevan una urna portátil», dice Natalia Anatolyevna.

«Tenemos a muchos refugiados de zonas controladas por Ucrania. Ellos no están en las listas porque no están registrados aquí pero tienen derecho a votar», añade. La convocatoria de estos referendos sorprendió no solo al mundo sino también a la población. No tanto por las consultas en sí sino por la forma. Desde agosto se barajaban distintas fechas y se esperaba el control militar total sobre estos territorios.

Más que un referéndum con todas las garantías, imposible en la guerra, parece un guiño de Rusia a la población tras la retirada de la región de Jarkov y una maniobra política para lanzar un ultimátum a Kiev.

Nadie parece preocupado por el no reconocimiento de los resultados por Occidente. Es el caso de Natalia Anatolyevna. «Estamos acostumbrados desde hace años. Por desgracia, no reconocen nuestras decisiones. Estamos cansados de vivir en guerra. Queremos la paz y precisamos de la ayuda de Rusia. Nadie más nos ayudó. Fuimos abandonados», afirma decepcionada. Yulia Evgenievna, directora de la escuela que organiza las votaciones, denuncia a Occidente.«Os voy a dar mi opinión. Es el momento de que el Donbass vuelva a casa. Yo no quiero seguir enseñando por videollamada. En marzo, un misil Toshka-U cayó en esta zona y el impacto nos rompió 35 ventanas. No podemos seguir así».

Muchos electores aluden a la cuestión económica. «Después del fin de la Unión Soviética, nos convertimos en el país más pobre de Europa. La vida tiene que cambiar para mejor. Tenemos mucha industria y hace mucho que esperamos reencontrarnos con Rusia», insiste Irina Sidorova.

A su lado, alguién añade que sin salir del mismo lugar ya tiene cuatro pasaportes. «De la Unión Soviética, de Ucrania, de la República Popular de Donetsk y de Rusia. Viajamos sin pagar».