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EDITORIALA

Sabotaje a Nord Stream: urge frenar la escalada


Gazprom comunicó el lunes por la noche una bajada de presión en los dos gasoductos Nord Stream que unen Rusia con Alemania. Posteriormente se han descubierto en el mar Báltico hasta cuatro fugas del metano que llena las tuberías cuando no están en servicio. La profundidad, la simultaneidad en las fugas, el hecho de que hayan sido en aguas internacionales y la confirmación por parte de Suecia de que registró dos terremotos de escala 2,3 en la región, equivalentes a una explosión de unos 100 kilos de TNT, llevan a la conclusión de que lo más probable es que se trate de un sabotaje, según la Policía sueca, perpetrado «por alguna potencia extranjera». De hecho, varios países, entre ellos Gran Bretaña, Finlandia o Polonia, ya han informado de que han tomado medidas para custodiar las infraestructuras que consideran críticas. La hipótesis del sabotaje, implícitamente asumida por todas las partes, supone que las infraestructuras civiles se han convertido en objetivo militar y habla de una escalada de la tensión en Europa.

Además de cortar una importante vía de suministro de gas, el sabotaje está provocando enormes daños medioambientales, ya que se están liberando las aproximadamente 0,3 millones de toneladas de metano que contenía el gasoducto. El gas no supone un peligro para el mar pero sí para la atmósfera, ya que para el calentamiento global semejante fuga equivale a una emisión de 7,5 millones de toneladas de CO2, la misma cantidad que emiten, por ejemplo, todos los vehículos que circulan por el Estado español en un año. Nos encontramos, por tanto, también ante un desastre ecológico de enormes proporciones que, además, está pasando desapercibido; porque una fuga no deja imágenes espectaculares, pero el clima sufrirá sus consecuencias durante mucho tiempo.

El partido de la guerra continúa azuzando el fuego de la tensión y las voces que apuestan por la desescalada y la negociación para alcanzar la paz parecen cada vez más débiles. El ataque a una infraestructura civil supone un salto que muestra que la situación es cada vez más ingobernable y puede escapar al control. Urge frenar la escalada.