«Rouzhây-e âtash, Rouzhây-e khoun»
En marzo de 2014, acudí al encuentro con la ensayista, artista y cineasta feminista Kate Millett, en Créteil. Millet, que había luchado contra la tortura y la colaboración de EEUU con el régimen del sha Reza Pavlevi, evocó su estancia en Teherán, en marzo de 1979. Allí se manifestó junto con miles de mujeres en contra del Islam feudal del ayatolá Jomeini, que obligaba a las mujeres iraníes a llevar el chador, entre otras imposiciones.
Michel Foucault, padre putativo del posmodernismo, y la izquierda planetaria sacrificaron los derechos de las mujeres en aras de una Revolución por la que ellas también dieron la vida. Fueron asesinadas en la masacre del 8 de septiembre de 1978 y torturadas por el funesto Savak (Servicio de Inteligencia y Seguridad Nacional), igual que sus compañeros de lucha enterrados en el cementerio de Qom.
La Gashte Ershad (Policía moral) vigila y castiga a las que, por la fuerza, arrancaron el chador para convertirlas en «muñequitas silenciosas y maquilladas», y a las que les fue impuesto. Mujeres, vida y libertad, sí. Alerta: Farah Diba, la última emperatriz, las respalda y el príncipe heredero Reza Pahlevi participó en la vigilia en memoria de Mahsa Amini.
Volver a empezar: Días de sangre, días de fuego. Resuena el clamor de la poeta Forough Farrokhzâd: «No me impongas el silencio».