EDITORIALA

Victoria de Lula, pero Bolsonaro gana impulso

Hace apenas cuatro años Lula da Silva estaba injustamente preso, víctima de un proceso político que lo llevó a la cárcel por acusaciones no probadas, con condenas que fueron anuladas por el Tribunal Supremo Federal. Hoy está más cerca de volver a gobernar Brasil. Pero tras las elecciones del domingo, queda claro que será una batalla bastante más difícil de lo que se preveía. Sigue siendo grande la posibilidad de que dentro de 26 días logre derrotar a Bolsonaro, pero lo cierto es que ni hubo la marea roja que varios sondeos indicaban, de hasta diez puntos de ventaja, ni pudo evitar que Bolsonaro lograse la victoria en el Congreso y en varios gobiernos provinciales.

Lula ha ganado la primera vuelta por algo más de cinco puntos y casi seis millones de votos de diferencia. Pero no ha podido evitar la segunda vuelta. Ese era su objetivo: no prolongar la incertidumbre, el tenso y violento clima otras cuatro semanas, no revitalizar la campaña de Bolsonaro, que ha perdido con claridad pero mantiene intactas sus posibilidades, envalentonado y con un renovado impulso. Esto explica, en cierta medida, la desazón que se palpaba entre los militantes que acompañan a Lula y, en general, en una izquierda latinoamericana que suspiraba con sumar al ciclo progresista, tras Chile y Colombia, al gigante sudamericano.

No se ha calculado bien la fuerza del voto de Bolsonaro y los profundos cambios que han tenido lugar en Brasil durante la última década, en particular el crecimiento del lobby de la agroindustria, el de las armas y las iglesias evangélicas, aliados clave del actual mandatario. La extrema derecha de Brasil es hoy mucho más organizada y sofisticada, y el país está peligrosamente polarizado. Tras esta primera vuelta, crecen los temores de un final desordenado de las elecciones, con Bolsonaro y su movimiento impugnando el resultado. Lula nunca ganó una elección en primera vuelta, ni en 2002 ni en 2006. De cara a la segunda tiene la oportunidad de madurar propuestas, de abrirlas a la sociedad, de ampliar sus alianzas y de movilizar a ese tercio del país que no votó. Ayer declaró, confiado, que ya está manos a la obra en ese empeño.