EDITORIALA

Demanda que rompe con el silencio sobre la tortura

La iniciativa Egia Osoa reclamó ayer al Gobierno de Nafarroa que sean declarados como lugares de la memoria la antigua comisaría de la Policía española en Iruñea y la Comandancia de la Guardia Civil, en cumplimiento de las disposiciones de la Ley de Lugares de la Memoria Histórica de Nafarroa. Sin duda estos dos edificios reúnen todos los requisitos previstos por la ley para tal declaración, al haber estado estrechamente vinculados con la represión y la violencia ejercida contra la población durante el franquismo, especialmente por la práctica de la tortura en sus dependencias. De hecho, el informe encargado por el Gobierno de Nafarroa al Instituto Vasco de Criminología documentó al menos 169 casos de tortura entre 1960 y 1978 que fundamentalmente tuvieron lugar en ambas dependencia policiales.

La iniciativa Egia Osoa está formada por personas torturadas, colectivos memorialistas, abogados e historiadores, y en ese sentido es una empresa de carácter popular, algo que, como ha demostrado la experiencia de países como Chile o Argentina, resulta fundamental para que el recuerdo de la represión no termine borrado. En muchas ocasiones, la designación de sitios y espacios de la memoria no habría sido posible sin el concurso del activismo de las víctimas y de los grupos memorialistas que con sus movilizaciones consiguieron que no se borrara el recuerdo de los ignominiosos actos de terror que se perpetraron en determinados espacios. Mantuvieron viva la llama del recuerdo hasta que finalmente el respaldo institucional fijo el estatus correspondiente.

Se trata de una iniciativa que, además de necesaria, es muy oportuna puesto que rompe con la indolencia y el silencio que rodean a la práctica de la tortura, que a menudo es tratada como si fuera una vulneración de los derechos humanos menor. Asimismo, es una propuesta valiosa porque vuelve a recordar que la conculcación de derechos no se produjo solo durante el golpe de 1936 y en los años inmediatamente posteriores, sino que fue una práctica habitual durante el franquismo que ha llegado hasta nuestros días. Una demanda que reúne todos los requisitos para que sea atendida.