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Moscú recibe un golpe simbólico y estratégico en el puente de Crimea

Las explosiones en el puente de Kerch, en Crimea, golpearon ayer tanto un símbolo nacional ruso y de la anexión de la península como un punto estratégico del abastecimiento de las tropas en el sur de Ucrania, además de llegar a una retaguardia que Moscú considera una «línea roja». La escalada abre la incógnita sobre la respuesta rusa.

Secciones del puente de Crimea derrumbadas y fuego en varios contenedores del tren. (AFP | AFP)

Las explosiones que derribaron parte del puente de Kerch, en Crimea, golpearon un punto no solo simbólico para Rusia sino también estratégico para su campaña militar en Ucrania.

Una enorme explosión atribuida primero al estallido de un camión provocó la detonación en cadena de al menos siete tanques de combustible transportados por ferrocarril, según las autoridades rusas. Al menos tres personas murieron, el conductor del camión y los pasajeros de un automóvil.

Cuando, tras la anexión de Crimea, el presidente ruso, Vladimir Putin, abrió esta infraestructura, lo anunció como el cumplimiento de un sueño tanto de los primeros años de la URSS como de la Rusia de los zares.

Moscú había preparado importantes defensas para prevenir un ataque sobre un puente que, más allá del simbolismo nacional ruso, se ha convertido en una importante ruta de suministro logístico para las fuerzas rusas en Crimea y en el sur de la Ucrania.

Además, el hecho de que un ataque pueda llegar tan lejos de las líneas del frente supone otro revés añadido para Moscú, ya en retirada en Jerson o Donetsk. Ucrania ya había atacado varios puentes en la región de Jerson en los últimos meses para cortar las líneas de suministro rusas, así como bases militares y arsenales en Crimea.

De 19 kilómetros de longitud, cuenta con una vía de transporte ferroviario y una autovía. Rechazado desde su inicio tanto por Kiev como por Occidente, las autoridades ucranianas habían amenazado en repetidas ocasiones con destruirlo, aunque constataban la dificultad de alcanzarlo con misiles, al estar bien protegido por sistemas antiaéreos.

La Comisión Nacional Antiterrorista de Rusia atribuyó el inicio de la cadena de explosiones al estallido de un camión que «provocó la ignición en cadena de siete tanques de combustible en un tren que se movía en dirección a la península de Crimea».

Aún sin aclarar el origen primero de la explosión, el presidente del Consejo de Estado crimeo, Vladimir Konstantinov, acusó a Kiev de lo ocurrido y también la Presidencia ucraniana, sin atribuirse claramente la responsabilidad, se jactaba del ataque. «Todo lo ilegal debe ser destruido, todo lo robado debe ser devuelto a Ucrania, todo lo ocupado por Rusia debe ser expulsado», tuiteó el asesor presidencial Mijailo Podoliak.

Este nuevo peldaño en la escalada bélica abre la incógnita sobre la respuesta rusa y su magnitud, en un momento de problemas para sostener su ofensiva. Voces como el senador Alexander Bashkin auguraban «una respuesta adecuada, consciente y, posiblemente, asimétrica» y las especulaciones volvían a recordar la amenaza nuclear que Occidente ha remarcado la última semana y que Moscú desmiente. Ya por la tarde, las autoridades anunciaron la reanudación del tráfico con vehículos, aunque con estrictas inspecciones, así como del ferroviario.