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ELECCIONES REGIONALES EN BAJA SAJONIA

El SPD y los Verdes se refuerzan, pero la pata liberal del tripartito se tambalea

El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ha ganado las elecciones regionales de Baja Sajonia y formará seguramente un bipartito con los ecologistas Verdes. Mientras tanto, su socio en Berlín, el Partido Liberal Demócrata (FDP) no vuelve al hemiciclo de Hannover. Se abre así una grieta en el tripartito que lidera el canciller Olaf Scholz (SPD).

(Tobias SCHWARZ | AFP)

La victoria electoral en Baja Sajonia da un respiro al jefe del Gobierno alemán, Olaf Scholz. Aunque su formación, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), perdió el domingo 3,5 puntos sigue siendo la opción más votada, con unos 33 puntos porcentuales.

Le sigue su hasta ahora socio regional, la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Su 28% puntos supone una pérdida de 5,5 puntos. Se trata del peor resultado obtenido desde los años 50. Como número tres se han posicionado, con el 14,5%, los ecologistas Verdes después de haber subido un 5,8%. El cuarto y último partido con representación parlamentaria en el land es la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que ha incrementado un 4,7% sus apoyos, lo que le ha llevado hasta el 10,9%.

Fuera del hemiciclo han quedado el Partido Liberal Demócrata (FDP), con el 4,7%; y el partido socialista Die Linke (La Izquierda), que ha bajado casi dos puntos hasta el 2,7%.

La CDU ha decidido pasar a la oposición después de que su

líder regional, Bernd Althusmann, anunciara el mismo domingo su dimisión. Su jefe nacional, Friedrich Merz, en cambio, intenta ahora tomar distancia respecto del resultado electoral. Este podría ser la «señal de parar», declaró pocos días antes de los comicios.

Según Merz, la victoria de la CDU habría significado un sonado «no» a la política energética del tripartito de Berlín que, en todo caso, quiere prolongar un poco la vida de las centrales nucleares que aún quedan. Tanto la CDU como también el FDP apuestan más o menos el regreso a esta fuente de energía que hasta principios de este milenio generó un potente movimiento antinuclear, también en Baja Sajonia.

He aquí una razón por la que tal vez los Verdes no subieron aún más puntos. Su actual estrella política, el ministro de Economía, Medio Ambiente y vicecanciller, Robert Habeck, quiere mantener en reserva dos de las tres restantes centrales atómicas para poder hacer frente a la demanda eléctrica en invierno.

Eso supondría ante todo un revés ideológico para el partido que ya hace veinte años abandonó el pacifismo al apoyar, desde el Gobierno federal, las intervenciones de la OTAN contra Yugoslavia y Afganistán. Ahora solo le queda el ecologismo como razón de ser. Pero su auge en las encuestas y en elecciones depende ahora de la imagen de Habeck, cuya popularidad ha bajado considerablemente debido a una serie de errores políticos.

Algo parecido le pasa a su socio de gabinete, el ministro de Hacienda, Christian Lindner quien lidera al FDP. Por tercera vez en lo que va de año su partido pierde en unos comicios regionales. Lindner se halla en un situación similar a la de Habeck: su credo es la política de austeridad de la época de la canciller Angela Merkel, pero la crisis energética y la inflación requieren cada vez más gasto público e, incluso, nacionalizaciones como la del proveedor de gas Uniper.

«Solo por responsabilidad política de Estado hemos entrado en el (Gobierno) Semáforo [en alusión a los colores que identifican a los tres socios], ahora todos piensan que también nosotros somos un partido izquierdista», asegura el político, sembrando dudas sobre si va a permanecer en el Ejecutivo de Olaf Scholz. Olvida que en junio con su lujoso bodorrio en la exclusiva isla alemana de Sylt subrayó que su FDP es la formación de «los que ganan más», tal y como lo definió en su día uno de sus correligionarios.

En una situación de crisis como la actual hacen falta muestras de solidaridad que ni el FDP ni la CDU saben dar. También se requiere orientación, pero el SPD y los Verdes se han enredado en la política energética, económica e internacional. Al final les ayuda el hecho de que, en un momento en el que casi nadie en Alemania sabe cuánto tendrá que pagar por la calefacción que ha gastado en 2022, son los únicos que pueden traer una solución rápida.

De los muchos errores cometidos y los pocos aciertos creados

por los cuatro partidos se ha beneficiado la AfD. La situación en general corresponde a su mensaje distópico que se mezcla con el miedo a un futuro incierto. En esta coyuntura funciona bien, por un lado, el lema simplista “Primero Alemania”. Por otro, le ha dado oxígeno el hecho de que Merz copiara su lenguaje xenófobo al llamar «turistas sociales» a los refugiados ucranianos que cobran ayudas estatales en Alemania y que luego vuelven a su país. De hecho, no existe tal grupo de personas para ser digno de mención, salvo en algunas fake news de supuesta procedencia rusa.

El nuevo descalabro del Linke muestra, por otro lado, que el electorado no considera a esta opción de izquierda una alternativa política a la ultraderecha y a la política del Ejecutivo federal. Aumenta así el peligro de escisión y de desaparición en un momento en el que la crisis energética y social está aún lejos de llegar a su cima.