Ucranianos y rusos se preparan para la batalla final de Jerson
El Ejército ucranianoa atacó ayer con artillería estadounidense un puente estratégico sobre el río Dniéper, matando a civiles que eran evacuados de Jerson, según Moscú. Todo está preparado para la batalla, arriesgada para ambos bandos, en la ciudad, igualmente simbólica para unos y otros.
Rusia acusó al Ejército ucraniano de matar a cuatro civiles que iban a ser evacuados de la ciudad de Jerson, en el sur de Ucrania, en el bombardeo al puente Antonovsky, que divide las riberas norte y sur del río Dniéper.
Moscú aseguó que el Ejército ucraniano lanzó 12 misiles de largo alcance HIMARS, proporcionados por EEUU, y que las defensas antiaéreas interceptaron todos menos uno, que habría impactado sobre una decena de vehículos.
Kiev no negó el bombardeo, pero aseguró que nunca tiene como objetivo a civiles.
No sería la primera vez que el Ejército ucraniano ataca dicho puente, que el pasado 19 de julio fue gravemente dañado tras un bombardeo.
El puente de Antonovsky es una de las principales rutas de suministro para Rusia en el sur de Ucrania, motivo por el que las Fuerzas Armadas ucranianas tendrían interés en derribar la infraestructura, como hicieron con el puente de Kerch en Crimea.
Dilema ruso
. En plena evacuación de la población que queda en Jerson (60.000 de un total de 300.000 antes de la invasión), y pese a que el Ejército ruso insiste en que defenderá hasta el final la única capital de provincia ucraniana en sus manos, los analistas se debaten entre esta posibilidad o un repliegue ordenado a la orilla sur del río Dniéper para evitar que sus soldados queden atrapados.
En principio, las tropas rusas, numerosas y preparadas, y a las que se puso como objetivo hace meses atacar Mikolaiev y Odesa, más al oeste, están en una situación favorable para mantener la posición, haciéndose fuertes en el interior de la ciudad, lo que les permitiría infligir grandes pérdidas al Ejército ucraniano si lanzara un asalto. Una fuerza que suma ya numerosas bajas.
El problema es que las tropas rusas, de «calidad», ocupan una extensa franja de 140 kilómetros en la ribera occidental del Dniéper y tienen el río a su espalda y sus posiciones de repliegue al otro lado, lo que les expone a una retirada bajo fuego de artillería de precisión ucranio-occidental.
Expertos aseguran que los rusos están en «desventaja estratégica», porque se habrían dejado envolver por los ucranianos, que han abierto una cabeza de puente sobre el río Inhulets, afluente del Dniéper, amenazando con dividir el frente ruso.
Dilema ucraniano
. Más aún, el Ejército ucraniano lleva semanas preparando el frente de batalla y ha destruido puentes y nudos logísticos, además de centros de comando rusos.
Ocurre que Jerson tiene una dimensión simbólica para los rusos, que podrían plantearse una defensa numantina, como ocurrió en la II Guerra Mundial en Stalingrado, hoy Volgogrado. Y ese dilema genera a su vez otro en el Ejército ucraniano, presionado por el Gobierno de Kiev para lograr una victoria no menos simbólica y estratégica.
Bombardear Jerson equivaldría a reducirla a cenizas, como hizo Rusia con Mariupol. Entrar al asalto a la ciudad le expone a muchas bajas e incluso a una derrota.
Refuerzos, presas y ataques.
Por de pronto, 2.000 soldados rusos movilizados por Moscú en las últimas semanas en el marco de la «movilización parcial» han llegado a Jerson para suplir bajas y reforzar las unidades en la línea del frente.
Mientras tanto, rusos y ucranianos se acusan, mutua y respectivamente, de intentar atacar y de minar la presa de la central hidroeléctrica de Kajovskaya, ubicada en la ciudad de Nueva Kajovka, 59 kilómetros al este de Jerson, pero en la otra orilla del Dniéper.
Nueva Kajovka está en manos de los rusos, que denunciaron hace días un bombardeo ucraniano contra el estadio local, con un balance de dos muertos.
El embalse de Kajovka regula el Canal del Norte de Crimea, que es la principal fuente de suministro de agua de la península.
Las tropas rusas lanzaron ayer nuevos ataques sobre la ciudad de Jarkov, en el nordeste del país, y en Zaporiyia, donde se encuentra la mayor central nuclear europea, ahora en manos de Moscú