Mikel INSAUSTI
DONOSTIA
«LOS CINCO DIABLOS»

Con los cinco sentidos puestos en la película

Hay películas que reclaman una mayor atención, que son para espectadores y espectadoras que tienen todo el tiempo del mundo para dedicárselo, y que se pueden permitir estar a lo largo de la semana siguiente al estreno dándole vueltas a lo que han visto. Esto es más difícil para el cronista que en ese mismo espacio de tiempo ha de opinar sobre otras tantas propuestas cinematográficas, por lo que pido perdón si mis comentarios de una obra tan compleja como “Les cinq diables” (2022) resultan simplistas.

El título en plural ya advierte sobre diferentes simbolismos o significados, que van de la mano de varias temáticas sociales del mundo real que se conjugan con disgresiones fantásticas, por no decir sobrenaturales.

De tal modo que el acoso escolar, el racismo, la homofobia, los conflictos familiares, la cerrazón rural, y no sé cuantas cosas más, se entremezclan con la magia, la brujería, los poderes paranormales y la capacidad para viajar en el tiempo y ahondar en el pasado. Vicky Soler (Sally Dramé) es una niña que sufre acoso escolar por se hija de padre senegalés, pero su rareza y carácter solitario no viene únicamente del hecho de ser mestiza, sino de que posee un olfato sobrehumano que le lleva a coleccionar los olores de sus semejantes en frascos de cristal, incluso puede transportarse a épocas pretéritas a través de esos aromas corporales. Una capacidad que pone en práctica cuando aparece en escena su tía Julia (Swala Emati), y descubre secretos traumáticos de la relación con su madre Joanne (Adèle Exarchopoulos) y su padre Jimmy (Moustapha Mbengue). Todo se remonta a una tragedia ocurrida en el lugar de trabajo de Joanne, que es profesora de aquagym, un incendio relacionado con el oficio de bombero de Jimmy, y las cicatrices visibles en el rostro de Nadine (Daphne Patakia), la mejor amiga de Joanne. Para el grupo es como revivir el fuego infernal.