GARA Euskal Herriko egunkaria

La duración importa


En los Teatros del Canal de Madrid se ofrecieron dos funciones de la obra ‘Imagine’ de Chrystian Lupa. Entre los muchos y variados alicientes que siempre anuncia un montaje de este gran creador polaco de setenta y ocho años, estaba que su duración era de cinco horas y casi media hora. Eso sí, con un descanso amplio que servía para que muchos de los asistentes recibieran llamadas en sus teléfonos que les reclamaban de manera urgente en otro lugar de la ciudad. Sucedió de manera notoria.

Si bien en Centroeuropa las obras de teatro acostumbran a tener duraciones de dos horas, tres y hasta algo más, incluyendo estas cinco horas largas, lo cierto es que las sociedades actuales, con tanta contaminación de todas las pantallas que nos acompañan y nos proporcionan relatos, ficciones, incluso artes diversas, han ido conformando un tipo de espectador que cuando se pasan los noventa minutos empieza a tener problemas reales de atención y hasta de posibilidad de estar cómodos en su butaca.

Esto condiciona bastante la producción y la exhibición. En Argentina, los espectáculos en salas independientes no duran mucho más allá de la hora.

Estas circunstancias sobre la duración de los espectáculos y los públicos es algo real, tangible que se debe tener en cuenta. En el caso de la obra de Lupa, el tiempo era un elemento relativo, de tal manera que mirado con criterio dramatúrgico técnico no era algo imprescindible. Era una elección respetable y admirable. Lo mismo que la presencia en la sala del director dando órdenes de dirección por un micrófono en polaco y traducción simultánea, formando parte del show. Un lujo, una manera de entender el Teatro. Muy exigente para actores y públicos.