EDITORIALA

Resetear mentalidades ante la crisis sistémica

Más que una advertencia, la sucesión de crisis y de eventos graves -sanitarios, medioambientales, incluso bélicos- es la constatación de que la humanidad está entrando en una nueva etapa marcada por la incertidumbre y donde el sistema imperante muestra síntomas evidentes de colapso. El calentamiento global y la pérdida de biodiversidad son dos manifestaciones extremas de los problemas provocados por un modo de interactuar entre seres humanos, y entre estos y el planeta, que es insostenible. No nos llevemos a engaño, es algo que muchos y muchas llevan previendo y de lo que vienen alertando desde hace décadas, pero ahora el monstruo llama a la puerta con creciente insistencia.

En cuanto se vio libre de antagonistas que le disputaran la hegemonía, el capitalismo, vencedor de una lucha entre bloques en la que partía con mucha ventaja, volvió a mostrar su faz verdadera, el mismo rostro descarnado que exhibió en la Revolución Industrial. Solo que este mundo no es el que era en el siglo XIX, tampoco la tecnología que manejamos ni los recursos que requerimos las ocho mil millones de personas que habitamos la Tierra. De modo que a la desigualdad social que caracteriza a este sistema le acompañan ahora el agotamiento de todo tipo de materias primas, un cuello de botella energético y el miedo a que el fin de la historia del que hablaba Fukuyama acabe siendo real, no en los términos de pugna ideológica que él predicaba, sino en un sentido más literal.

Es una opción plausible, y aterradora, igual que la perspectiva de una guerra constante por el control de los recursos o la jerarquización social más extrema. Pero no es la única. Al contrario, tal como expone en estas páginas Luis González Reyes, este colapso sistémico puede ser también una puerta abierta a un nuevo tipo de sociedad, más justa, más humana. Hay alternativa a limitarse a ir tirando y a capear temporales, pero para articularla hace falta imaginarla, visualizar un modelo donde el PIB no sea el fiel de la balanza y bienestar no sea sinónimo de posesión. Es necesario resetear las mentalidades que nos han conducido a este callejón de difícil salida.