Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «REZA POR EL DIABLO»

La primera mujer exorcista

Se va a sentir decepcionado quien piense que va a ver una película original o diferente al resto del subgénero terrorífico de posesiones diabólicas, engañado por su premisa argumental de una monja exorcista. “Reza por el diablo” (2022), en cambio, resultará entretenida para el público más conformista, que solo espera los consabidos efectos del crujir de huesos, rechinar de dientes y retorcimiento de los músculos y extremidades del cuerpo de una menor, sin olvidar la expulsión de flujo sanguineo y jugos gástricos. En fin, más de los mismo, debido a que Daniel Stamm se limita a repetir la fórmula empleada en su anterior “El último exorcismo” (2010), desaprovechando las posibilidades de un guion que podía haber ido por otros derroteros con el cambio de sexo de la protagonista.

Solamente hay algo de contenido controversial en el prólogo y en el epílogo, mientras que el grueso del metraje es puro efectismo, malogrado por el abuso de golpes de sonido súbitos o “Scare Jumps”, que sobresaltan pero no asustan. Tampoco ayuda el que la habitación de la paciente sea del todo aséptica, como la de cualquier hospital o clínica para enfermos mentales. Por otro lado se podía haber desarrollado más la idea de una Escuela Católica de Exorcistas creada por el aumento de casos de posesión, aunque la que aquí aparece no está en El Vaticano, sino en Boston. El centro es exclusivo para sacerdotes, pero la hermana Ann ha sentido la llamada y demuestra ser una fiel continuadora de Santa Catalina de Siena, que en el siglo XIV se enfrentó al Maligno. También influye mucho en ella el hecho de haber tenido una madre esquizofrénica.