GARA Euskal Herriko egunkaria

Buenos propósitos


Estos son mis buenos propósitos para este año que recién comienza: no hacerme mala sangre cuando un padre coloque una pantallita delante del crío para que le deje en paz; no agredir al diligente empleado de la hacienda foral cuando -con la oficina vacía- me informe de que hay que llamar por teléfono para coger hora; no insultar al probo trabajador bancario cuando me espete que esa gestión que quería realizar, incauto de mí, solo se podía hacer hasta la hora tal; pasear bien burguesmente por el bilbaíno paseo de la ría sin que me coma la moral pensar en esta ciudad franquiciada, entregada a los fondos de inversión y al turismo es un gran invento; entrar por fin, por primera vez, en el mayúsculo Gugghemheim, y hacerlo sin mala conciencia, importándome una higa que sea la piedra angular de esa operación de desmemoria y toco mocho en que han convertido a esta ciudad clónica, ¡ay, perdón, bellísima villa incomparable quería decir!; adaptar mi gusto urbanístico y admirar los primorosos nuevos barrios y edificios, y renegar de ese estéril desaliento que me invadía al no ver molinos sino gigantes despropósitos, tropelías, inmoralidad, ignorancia y/o caradura; obedecer por fin al docto señor doctor, dejar el alcohol y atiborrarme a pastillas de todo tipo y color; entrar en una librería o biblioteca y no cagarme en todo cuando vea los libros inanes y fútiles que proliferan por doquier, es más, prometo entregarme porcinamente a su disfrute.

Y para que todo ello sea posible: ponerme al día acerca de los nuevos menoristas de sustancias ilegales.