Carlos GIL ZAMORA
Analista cultural

¡Gracias!

Escuchar en una platea de un teatro magnificente, junto a los aplausos entusiastas, algunos ¡bravo! de lote, un sentido y repetido grito de ¡gracias!, es la mejor manera de relatar lo que significa ver la obra “París 1940” que vuelve a poner de relieve la gran calidad de Josep Maria Flotats, el veterano actor y director catalán que ha retomado esta obra que pudimos ver por los escenarios vascos hace unas décadas y que vista, escuchada, disfrutada hoy, nos devuelve la satisfacción por un teatro didáctico en el más noble sentido del término ya que es, en sí mismo, una lección magistral de dirección de actores, de interpretación, a la vez que nos coloca al maestro como un ejemplo moral, ya que además de la exigencia técnica y artística une su postura frente a la invasión nazi de la capital francesa.

Es un texto sabio de Louis Jouvet que ha metabolizado de tal manera Flotats que lo que explica a la actriz para interpretar al personaje que ensaya, se ve, se palpa, se exhibe de manera serena en su propia interpretación. En una presencia, una gestualidad acompasada, unos silencios clamorosos. Y es que Flotats es uno de los grandes. He tenido la oportunidad de verle actuar en francés, catalán y español. En los tres idiomas, su prosodia es extraña, su dicción de extranjero, pero su capacidad actoral es tan impresionante que eso le sirve para darle más verdad escénica a sus personajes. Por eso ¡Gracias! por enseñarnos a amar de manera tan radical el arte del Teatro.